Ingrid Bergman. La luz
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El impacto de Casablanca, la luz que desprendía Ingrid Bergman frente a Humphrey Bogart, esa mirada entre suplicante y ardiente que traspasaba ¿habría bastado para interesarme por el recorrido tanto artístico como vital de esta actriz?
No fue suficiente, pasaron años y me encontré con dos referencias donde se aludía a la historia de amor entre Rossellini y ella. La primera un texto de Zizek “Por qué es la mujer un síntoma del hombre” donde cuenta el recorrido de la primera carta que I. Bergman le envío a Roberto Rossellini. Esta carta atravesó un incendio de los estudios Minerva a los que Ingrid la envió y cuando por fin apareció, una negativa de Rossellini a recibirla, por su pelea con dichos estudios. Lo que ejemplifica la afirmación de J. Lacan de que “una carta siempre llega a su destino”. Más tarde el libro de Catherine Millot “Abismos ordinarios”(1) donde habla de la relación de Ingrid Bergman y Rossellini que me hicieron recordar el impacto que tuvo para mí la película Stromboli.
En la bruma de mi pasado las cartas de amor que mi padre le escribía a mi madre con su pulcra caligrafía y que de niña me dedicaba a rebuscar a escondidas. Mi madre las mostraba como el signo del gran amor entre ellos del que, por otra parte, no logró nunca estar segura.
Después, la Revista Letras Lacanianas, que lleva en su propio nombre la alusión al equívoco francés entre carta y letra tan fructífero para Jacques Lacan, dedica este número a “Singularidades” lo que precipitó este trabajo.
MARCAS DE NIÑEZ
Ingrid Bergman, nace después de dos hermanos muertos y cuando tenía tres años muere su madre. Su padre fue su sostén y abrigo hasta que falleció cuando ella tenía 14 años. Fue una niña tímida, solitaria y retraída según sus propias palabras. Después del padre, mueren también una tía y su abuela, quedando prácticamente sola en el mundo.
El padre era un verdadero apasionado del cine y la fotografía y desde siempre grabó la vida de su familia. I. Bergman dijo que esta fue la única manera de tener alguna imagen de esa madre que se fue tan tempranamente. Se convirtió en la protagonista de los documentos familiares del padre y su amor por la actuación fue una marca que atravesó su vida.
La cámara fue para ella su mejor aliada, la inseguridad en su vida cotidiana y su timidez quedaban siempre superadas cuando actuaba. Desde luego esto nunca estuvo desligado de ese padre amoroso al que perdió tan tempranamente. La experiencia de lo efímero desde tan niña la hizo vivir todo con suma intensidad.
Desde muy pequeña Ingrid inventaba juegos, se disfrazaba, representaba cuentos.
“A medida que crecía él (padre) me animaba a disfrazarme y a improvisar pequeñas historias”. Viendo su padre la necesidad de un sustituto materno para la niña, apareció la tía paterna y soltera Ellen. Muchos veranos su padre la dejaba con sus abuelos Adler en Alemania, y él se iba. Se sentía abandonada y sola en ese ambiente de orden y decoro tan diferente al informal y divertido que compartía con su padre. Fue muy importante en su vida una de las hermanas de la madre que vivía en Alemania y a la que llamaba tía Mutti. Es así como la tía Mutti se va convirtiendo en una segunda madre durante sus estancias en Alemania.
Greta la “concubina” del padre, más joven que la tía Ellen, en 1922, cuando Ingrid tenía siete años, la llevó al cine donde vieron dos veces la película el Crisol del amor. En ella una mujer es acusada de matar al marido, es juzgada y quemada en la hoguera, donde oye voces celestiales y su marido muerto vuelve a rescatarla. Nos atreveríamos a decir que el impacto de esta película fue la causa del gran interés que siempre tuvo por el personaje de Juana de Arco, atracción que mantuvo a lo largo de su vida y que se concretó en la realización de films y obras de teatro sobre esta heroína.
A la muerte de su padre, su tristeza era tan profunda que temieron por su salud, ni Greta conseguía interesarla en ir al cine o al teatro. Recordando esta época comentó: “No veía cómo podía seguir viviendo. Bueno, lo hice. Todos lo hacemos”. Como es inevitable intentar dar un sentido a este tipo de acontecimientos, Ingrid llegó a decir “creo que cualquier persona a la que tenga cariño me será rudamente arrebatada”(2).
Sumado a esto que le tocó en la vida, en su pubertad no se sentía a gusto con su cuerpo, era demasiado alta, se veía desgarbada, no se consideraba atractiva. La lectura de Tristán e Isolda en el colegio favoreció los sueños románticos que atesoraba, pues un amor más terrenal le resultaba ajeno, teniendo en cuenta la “idea” que tenía sobre sí misma.
Muy tempranamente había hecho la experiencia de lo “efímero” y sabía que las relaciones eran transitorias. Fue valiente para soportar su orfandad y a la vez se sirvió del amor “al” y “del” padre para llevar adelante su vocación de actriz. Llegó a decir que si no actuaba le faltaba el aire. Desde joven no titubeó ni un segundo sobre este deseo decidido que le dio la fuerza para atravesar continentes.
Salió de Suecia a EEUU porque su país se le tornó pequeño, aunque ya era una reconocida actriz. Despedirse de su lugar de origen fue doloroso. Cambiar de hogar y de país caracterizó su vida. Primero vivió en EEUU, luego en Italia, después en Francia y por último en Londres.
En las distintas correspondencias de Ingrid con sus amigas o algún familiar relataba su imposibilidad de acomodarse, usó la metáfora “el pájaro comenzó a revolotear” y entonces tenía que ponerse en marcha, cambiando de país, filmando una nueva película, etc.
EL AMOR
Es indudable que Ingrid Bergman era una mujer que se embarcó en el amor en múltiples ocasiones, algunas de las cuales quedaron selladas con el matrimonio y otras se tornaron más fugaces.
Sus tres matrimonios responden al empuje de transformar lo contingente del encuentro en algo del orden de lo necesario y frente a ello valentía, como nos recomienda Lacan, y que a Ingrid no le faltaba.
Su primer marido Peter, sueco y médico, la acompañó en el salto a EEUU, con él tuvo a su primera hija Pía. Fue en este período donde consolidó su carrera como actriz y realizó la mayoría de sus películas en Hollywood consiguiendo su primer Oscar por su actuación en “Luz que agoniza”(3), además de haber interpretado anteriormente Casablanca (4) un hito del cine. En esta época se encontró con Alfred Hitchcock que sucumbió frente a Ingrid y a la que amó a pesar de no ser correspondido. Hit, como lo llamaban los amigos, aceptó la negativa de Ingrid en convertirse en su amante y de ahí surgió una amistad que duró toda la vida. Su carrera en Hollywood no se caracterizó por la rivalidad dañina con las otras actrices.
Entre sus amigas estaban, Mollie con la que se carteaba frecuentemente y a la que confiaba sus más íntimos pensamientos; y Ruth su profesora de dicción que según sus palabras le “modeló” no solo el idioma, sino “el aire”, la mentalidad.
De alguna manera es una mujer advertida de los estragos que puede causar el éxito, dijo “espero que esto no se me suba a la cabeza” y añadió para ello tengo a Peter.
Durante todos esos años su marido seguía sus estudios de medicina, ganaba escaso dinero, ella sostenía el hogar. En una carta a su amiga Ruth escribió “tengo una casa, un marido, una hija, debían ser suficientes para cualquier mujer, pero siento como si solo la mitad de mí estuviera viva, y la otra mitad metida en una maleta ahogándose” (5). En cuanto pasaba un mes sin actuar se asfixiaba.
Peter se convirtió en su apoderado de hecho, participaba con los productores en los acuerdos o desacuerdos sobre las cláusulas de los contratos de su mujer e incluso se entrometía y opinaba sobre los guiones, además de controlar el dinero. Ingrid en estos temas se sentía insegura y dejaba en sus manos la cuestión crematística. En alguna ocasión tuvo que pedirle dinero para comprarse ropa para una fiesta porque no disponía de efectivo, como relata una de sus amigas. Él, representó el orden y la seriedad que quizás en un primer momento Ingrid necesitó y que según pasaban los años se convirtió en un encierro para sus “ansias de volar”.
Esa mujer valiente, que no temió a los cambios, que se lanzó a representar papeles arriesgados, que todos se la disputaban en Hollywood, que no se conformaba, sin embargo en su relación amorosa y matrimonial se acomodó.
Pero su vertiente emprendedora, y su amor por actuar, tarde o temprano se imponían a esta vertiente “acomodaticia” en el terreno del amor. De alguna manera este circuito se repitió a lo largo de su vida.
Antes de Rossellini y todavía casada con Peter, en un viaje que hizo para animar a las tropas americanas desplazadas durante la Segunda Guerra Mundial, conoció a Robert Capra del que se enamoró. Durante unos cuantos años mantuvieron su romance, aunque ambos sabían que no llegarían a más, no tanto por parte de ella sino de él, o por lo menos así nos lo cuenta Ingrid. Aunque en el documental citado anteriormente ella habla de este encuentro, sin embargo, no lo hace de los que mantuvo con Adler y con Fleming en la misma época. Estos hombres fueron guías y mentores para refrescar nuevos aspectos de su vida creativa. “Distanciarse de su casa y de Hollywood había dado perspectiva a Ingrid y sus experiencias con tres hombres en menos de dos años le había dado una confianza que nunca antes había conocido” en palabras de su biógrafo Donald Spoto.
“El pájaro comenzó a volar” y Hollywood se le hizo pequeño, quería hacer otro tipo de cine y ese momento vital coincidió con la visión de la película de Rosselli Roma ciudad abierta y el amor que le despertó este director, según su propio relato. Más adelante vió Paisá y le envió a Rossellini una carta a los estudios Minerva para ofrecerse como actriz. La carta muestra el impacto del amor, aunque todavía no lo supiera(6). Rossellini respondió a Ingrid con una “verdad a medias”. Le dijo que había recibido la carta en el día de su cumpleaños como un regalo y que estaba soñando con hacer un filme con ella. Esto no era del todo cierto, más bien lo que le interesaba era conseguir financiación para su película a través de una actriz famosa como I. Bergman. Aunque los personajes malvados de Roma, ciudad abierta uno se llamaba Ingrid y el otro Bergman(7).
Cuando Rossellini visitó a la pareja causó en ella una honda impresión no solamente como director sino también como hombre. Mientras tanto su matrimonio seguía haciendo aguas a pesar de las idas y venidas para tratar de reflotarlo.
Por fin decide viajar a Italia para protagonizar la película Stromboli bajo las órdenes de Rossellini. En ese viaje a la isla y durante el rodaje comenzó definitivamente la historia de amor entre ellos, quedando Ingrid embarazada. El rodaje fue difícil, no solo por las condiciones duras y adversas en la isla, sino por el tipo de dirección de Roberto. En el rodaje, su estilo improvisado -sin un guión articulado- sumado a sus cambios de humor y su carácter “caprichoso” fueron para ella una prueba de fuego. Se enfrentó a ello con la fuerza y valentía que la caracterizaba.
Escribe una “dolorosa” carta a Peter, confesando su amor por Roberto y pidiéndole definitivamente el divorcio. Él, sintiéndose herido y humillado convirtió el divorcio en un infierno, entre otras cosas no permitiendo que Pía, la hija de ambos, viajara a Italia. Y si Peter lo hizo difícil, no fueron menos los estadounidenses, esos que la habían encumbrado casi como una santa, comenzaron una caza de brujas. La prensa, algunos productores, la opinión pública, senadores, en una época marcada por el macartismo no pudieron soportar que la actriz a la que habían acogido y que consideraban suya se fuera con un italiano, dejando al marido y la hija plantados. Me atrevería a decir que “la humillación de Peter” tenía más que ver con estos relatos que con la relación con su esposa. No solamente era una cuestión moral, ella elegía conocer y transitar otro tipo de cine diferente al de Hollywood. Durante años no volvió a pisar EEUU.
Nació su hijo Roberto y a los pocos años las mellizas Isabela e Ingrid y se embarcó con Rossellini en una intensa vida muy diferente a la de su anterior matrimonio. Durante ocho años experimentó con Roberto algo nuevo como mujer y como actriz, e incluso como madre y esposa. Nunca se arrepintió de ello, aunque fue descubriendo aspectos en él que no hacían la vida fácil. Sus deudas permanentes, sus caprichos lujosos, sobre todo con sus ferrari y su gusto por correr a 250 km hora, su manera de dirigir caótica y caprichosa, la obligaron a preocuparse por tener que “comprar zapatos para los niños”. Aunque a esto podía hacerle frente, lo que realmente se fue tornando un obstáculo entre ellos era el afán posesivo e incluso violento de él. No le permitió durante años que actuara bajo las órdenes de ningún otro director. Para el director italiano, la vocación de su mujer como actriz y el interés de productores y directores hacía ella se le tornaba insoportable. Esta rivalidad fue minando el amor entre ellos y a pesar de que en un principio Ingrid había aceptado esta “sumisión” en pos de su amor, al final le resultó insostenible. No podía vivir sin actuar en películas y obras de teatro de su interés.
De la mano de Jean Renoir y la película “Elena y los hombres” rompe con esta exclusividad. Así comenzó el declive de ese amor.
En este tiempo conoció a Lars Schmidt importante productor de teatro sueco con el que comenzó una relación amistosa que terminó en matrimonio. Rossellini, al igual que Peter, no le puso fácil el divorcio ni la cercanía con los hijos, la llevó a los tribunales por “madre inadecuada” para no permitir que los niños pasaran tiempo con el nuevo matrimonio en la isla sueca de Lars Schmidt, que ambos adoraban.
Ingrid, declaró en algún momento que esperaba que su matrimonio con Lars fuera el definitivo. Esto no se cumplió, Lars terminó enamorándose de una mujer más joven y teniendo un hijo, igual que pasó con Roberto, pero Lars nunca rivalizó con ella por su trabajo. Mientras esa historia duró encontró un remanso de paz.
MUJER/MADRE
Ingrid no se consideraba una madre al uso, prefería no tener que decirle a los niños que se lavaran los dientes. Su profesión siempre fue una dificultad para poder mantenerse mucho tiempo a su lado, además de los problemas con los ex maridos antes mencionados. En su interpretación en Sonata de Otoño(7), su última película, ella ya estaba con un cáncer avanzado, pidió con insistencia a Ingmar Bergman que se cambiara el guión y que fueran siete años los que madre e hija llevaban sin verse, para que coincidiera con el tiempo que pasó sin ver a su hija Pía.
ACTRIZ
Ser actriz, eso fue lo permanente en su vida, lo que no podía abandonar de ninguna manera, era la marca de su existencia. Los amores podían acabarse y convertirse en amistad, como madre podía ir y venir, pero si no actuaba no podía vivir. Incluso cuando no estaba haciendo películas, ella filmaba la vida familiar, iba siempre acompañada de una cámara.
La luz, su insignia. Los encargados de maquillaje declararon que las actrices llegaban a maquillaje para darse luz y que Ingrid iba a quitársela.
EL FINAL
En sus últimos años y ya muy avanzado su cáncer, quiso interpretar para la televisión el papel de Golda Meier, mujer a la que admiraba y que padeció como ella la dificultad para ser madre y llevar su profesión adelante. Pero hay una anécdota en su vida que me parece más importante con respecto a esta decisión final. De joven en una visita a su tía Mutti en Alemania, esta le confesó un secreto familiar que le pidió no contara a nadie: los Adler eran de origen judío.
Murió el mismo día de su cumpleaños. Desde luego es indudable que Ingrid Bergman fue una mujer singular e incomparable.
Mercedes de Francisco
Publicado en Revista Letras Lacanianas nº 13
(1) MILLOT, C. Abîmes ordinaires. Gallimard 2001.
(2) SPOTO, D. Ingrid Bergman. Biografía. T&B editores, 2000. Pag. 40
(3) Luz que agoniza. 1944. George Cukor. Oscar a la actriz protagonista. Globo de Oro
(4) Casablanca. Director Michael Curtis. 1942
(5) Ingrid Bergman: Retrato de Familia. Director del documental: Stig Björkman
(6) “Querido señor Rossellini: correspondencia
Vi sus filmes Roma, ciudad abierta y Paisá, y me gustaron mucho. Si necesita usted una actriz sueca que habla muy bien el inglés, que no ha olvidado su alemán, que chapurrea un poco el francés, y que en italiano sólo conoce “ti amo”, estoy dispuesta a acudir y hacer un filme con usted.
Con todo mi afecto,
Ingrid Bergman”
(7) ZIZEK, S. ¿Por qué es la mujer un síntoma del hombre? (vía internet)
(8) Sonata de Otoño. 1978. Director Ingmard Bergman
BIBLIOGRAFÍA.
DONALD SPOTO. Ingrid Bergman. Biografía. T&B editores, 2000
CHARLOTTE CHANDLER. Ingrid Bergman.
INGRID BERGMAN: RETRATO DE FAMILIA. Documental. Director: Stig Björkman
Sobre mí
Mercedes de Francisco
Psicoanalista
Mercedes de Francisco Vila es psicoanalista, AME de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano en España y miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Docente del NUCEP y del Instituto del Campo Freudiano. Co-coordinadora del NUCEP y co-coordinadora del Instituto del Campo Freudiano en España. Fue Presidenta de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano en España en el periodo 2000/2002. Ha impartido múltiples seminarios y conferencias, y ha publicado numerosos artículos en distintos libros, revistas y medios digitales. Autora del libro Un nuevo amor editado por Grama Ediciones, Buenos Aires, 2012 y del libro En Femenino Singular editado por Grama Ediciones, Buenos Aires, 2016.
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