Los autores Jorge Alemán y Germán Cano presentaron a finales de marzo de 2017 su libro «Del desencanto al populismo» en la Sala de Juntas del Circulo de Bellas Artes en Madrid. Aquí la presentación de Mercedes de Francisco
Artículo escrito para la presentación de este libro de Jorge Alemán, leído en el acto de presentación del mismo organizado por la Biblioteca de Orientación Lacaniana de Madrid (BOLM) el día 8 de julio del 2020.
La poesía bordea lo real mejor que cualquier desarrollo posterior. Por ello es una apuesta difícil la que ha encarado Jorge Alemán siendo el poema lo que abre este libro. Qué al poema con su enigma, le sigan estos textos marcados por la “sencillez” me parece un acierto y permite al lector sintonizar o discrepar llevado por la ligereza de esta escritura.
Se recogen los sintagmas que poblaron nuestros días de confinamiento y sobre ellos los análisis, afectos y anhelos que deja entrever el autor.
Cuando un acontecimiento imprevisto, aunque anunciado, nos enfrenta a lo real y nos lleva a la angustia en su más pura expresión: “este miedo de reducirnos a nuestro propio cuerpo”, del que nos habla Lacan en la Tercera; nuestra realidad fantasmática cruje, nuestros principios ideológicos pueden tambalearse y nuestra aparente unificación yoica estalla en mil pedazos. Es ahí cuando se busca socorro en las distintas figuras que sostienen o sostuvieron nuestras identificaciones, pero se tornan insuficientes…y es aquí donde las ideologías llamadas “neofascistas” y otras no tan evidentes vienen a proponernos sus “bufones”, Trump, Ayuso, Bolsonaro, Jhonson, con esos rasgos grotescos que dan una falsa unidad incluso a los que hacemos memes o los criticamos, a sabiendas de que esta aparente unidad tiene los días contados. Pero bajo este semblante bufonesco, se esconde “la paranoia como praxis ideológica” como nos señala Alemán, que ubica la amenaza en un enemigo externo, el semejante que representa la diferencia, y que nos libera aparentemente de esa presencia del cuerpo como esa “carne arrojada al mundo”, como ese real, el cual portamos y del que no podemos desentendernos.
Se necesita coraje para afrontar este real, que se ha presentado con los ropajes de la muerte, pero que también afecta al lazo amoroso y a la diferencia sexual. La respuesta que nos propone Alemán se bambolea entre el optimismo de un posible cambio civilizatorio y la constatación de que el discurso capitalista con su funciomaniento acéfalo y afín a la pulsión de muerte, siempre recomienza de nuevo sin fin, ni corte. Un cambio civilizatorio donde Alemán muestra lo que me atrevo a considerar su “ilusión” puesta en los movimientos emancipatorios y estados con una autoridad simbólica soberana que fundamentalmente ubicaría en los países emergentes, Latinoamericanos. Un cambio civilizatorio que introdujera la lógica del no-todo en las instituciones como son el Ejército y la Iglesia, por otro lado, prototipos freudianos de la lógica de masas, sostenidas en el yo.
Otra ilusión bordea estas páginas que no responde a ningún aspecto geopolítico, sino a la posibilidad de que esta pandemia llevara a alumbrar una civilización sostenida en el don gratuito y no en la acumulación retentiva. Casi una idea paradisiaca del cambio, pero no la que mantuvo el comunismo y del que algunos fuimos partícipes, sino de un paraíso con las aportaciones que tanto Freud como Lacan nos han legado. Una aspiración aún más pretenciosa que la mesiánica.
Estas notas sobre el desastre, nos enfrentan a este vel alienante, o considerar que el crimen del capitalismo es perfecto y que la pandemia solamente supondrá una mayor consolidación del neoliberalismo, y el neofascimo que lo sostiene, cada vez más velado por las bufonadas de sus representantes; o la apuesta por un cambio civilizatorio imposible, pues sabemos que la pulsión, la locura, el mal, no son erradicables. Aquí me gustaría considerar una diferencia que Lacan nos muestra entre el funcionamiento pulsional y el amor. La pulsión no conoce día o noche, es un circuito continuo sin corte y siempre consigue su fin: satisfacerse, por ello no participa de lo imposible; sin embargo, en el amor que inventa Lacan, lo imposible está en el centro, la contingencia es su germen y lo sinthomático su insistencia, aquello que anuda pero no unifica.
Otra aspiración de Alemán es considerar y diferenciar, también para los psicoanalistas, que la no justicia distributiva que en Lacan está referida al goce, no puede confundirse con la justificación de la desigualdad social y tratar de reducir a gran parte de la población a su “ser de necesidad” por la supervivencia. Lacan en la dirección de la cura nos dice de Freud: “¿Quién ha protestado como ese hombre de gabinete contra el acaparamiento del goce por aquellos que acumulan sobre los hombros de los demás las cargas de la necesidad?”. En este momento de pandemia y sobre todo de confinamiento hay algunos que consideran que el sometimiento a este recorte de libertad en pos del mantenimiento de la vida, reduce nuestra vida a su carácter más bio, y nos aleja de nuestra dignidad. Sin embargo, no se les nota muy preocupados cuando se reduce a parte de la “humanidad” a la pobreza y la indigencia, a vivir en campos de refugiados, a la falta de libertad por no estar documentados; en definitiva, a ser exclusivamente seres de la necesidad cuya satisfacción de dicha necesidad encima se les niega.
Dejo para el debate y para la reflexión, también por mi parte, significantes como soberanía, héroe, líderes con carisma y autoridad, etc, que además no considero que interese intercambiarlos por heroínas, lideresas o mujeres con carisma. Los términos bélicos a mi entender intentan unificarnos frente al enemigo en un intento de atemperar la angustia, de enmascararla, que tiene como saldo que cuando la responsabilidad tiene que hacer su aparición con la desescalada y lo comunitario, lo que impera es un olvido de lo ocurrido y una algarabía de goce. La nueva normalidad, que supone blanquear la realidad anterior calificada como normal es otro de los significantes que organizan la subjetividad de la época y de la que tanto la derecha como la izquierda participan.
En este momento los rasgos personales de los expertos como Fernando Simón son encumbrados, no solamente en España, y hasta llega a la portada de la revista del periódico El Pais, quitándole todo atisbo de su peculiaridad, para enmascarar el no-saber de la ciencia y su falaz progreso pues hemos tenido que recurrir a los procedimientos usados en las pestes de siglos pasados, confinamientos de las personas y cierres de las ciudades, eso sí con tecnología punta.
La forma en que los llamados expertos o autoridades científicas y los gobiernos hablaron de este virus desde el principio, aparentemente para tranquilizar a los ciudadanos, era que fundamentalmente afectaba a “los viejos”, basta del eufemismo de personas mayores, y a las personas con alguna patología o enfermedad crónica. Esto ya es una forma discursiva eugenésica de informar de la que nadie se ha librado y que ha tenido sus consecuencias. Después el gran olvido de los niños y el tratamiento que se les ha dado en relación con su escolaridad, su alimentación en los casos con menos recursos o incluso en estado de pobreza, y el tema de las mujeres. De la cuestión de los viejos, está claro los efectos, dejarlos morir sin atención y sin la menor dignidad, pues los que explotan “las residencias de ancianos” son en su mayoría empresas de fondos buitres; a los niños más vulnerables se les ha dado comida basura durante tres meses que ha enriquecido a algunos y con las mujeres se ha acrecentado la brecha social y profesional. Y esto no ha tenido “consecuencias políticas”.
Alemán, vuelve a tener que alertar como Freud en 1930 que se trata de la batalla entre Eros y Tánatos, a sabiendas que Lacan nos advirtió que la pulsión de vida y la pulsión de muerte están anudadas y es una ilusión pretender separarlas.
Agradezco este texto tan personal de J.A. que me ha permitido desplegar mi lectura.
Mercedes de Francisco
8 de julio de 2020
Presentación del libro de Jorge Alemán en la BOLM Biblioteca de Orientación Lacaniana de Madrid.
Son muchos los libros, conferencias, coloquios, entrevistas que Jorge Alemán ha llevado a cabo desde el año 1976 que llegó a España, en concreto a Madrid. El título de mi intervención hace referencia a uno de sus primeros trabajos que empezaba con la formulación de Lacan “la angustia no es sin objeto” donde pretendía hacer un esfuerzo de dilucidación de esta frase enigmática e incluso oracular que Lacan pronunció en su Seminario X, La Angustia.
Lacan en este Seminario perfilará su concepción del objeto “a” y afirmará que la angustia como afecto, a diferencia de otros, no engaña con respecto a lo real. Podemos constatar el esfuerzo de Lacan en atrapar con la red de los significantes a la angustia y en su último capítulo admitir que lo simbólico no alcanza, que esta red está llena de agujeros por los que el pez se escapa. Con el objeto “a”, se ponía en cuestión una idea esencialista que haría posible una relación del sujeto con el objeto sin fisura, una relación sin esa ida y vuelta necesarias de alienación y separación que se produce en la construcción del fantasma para cada uno. También encontramos en este Seminario interesantes referencias a Heidegger que al parecer atraparon a Jorge Alemán, y que a veces solo y otras junto con su amigo Sergio Larriera indagó durante años. A partir de estas referencias Alemán desbrozó en sus libros lo que Lacan llamó antifilosofía y que Jacques Lacan en su seminario XXIII, El Sinthoma, culmina con un neologismo “folisofía” unión de la locura con la filosofía para encontrar una salida más digna al “logos”.
Desde ese momento y llevado por una causa que hunde sus raíces en la infancia, en la juventud y en la contingencia de su exilio, Alemán aborda hoy la cuestión del populismo y las lógicas emancipatorias en una conversación fundamentalmente sostenida con Laclau al que considera un “maestro”, no sin pasar por lo que vino a nombrar como “izquierda lacaniana”.
Me interesa subrayar que esta trayectoria no es la de un filósofo, a pesar de sus trabajos sobre Heidegger, la antifilosofía, etc., ni la de un politólogo, sino que todos estos análisis llevan la impronta de su encuentro con el psicoanálisis y de que sea un psicoanalista lacaniano. Psicoanalista no es una etiqueta teórica. El sujeto que se autoriza a nombrarse de esta manera mantiene una praxis sostenida en la palabra, en la orientación hacia lo real y en la transferencia absolutamente inédita antes de Freud.
Que sea un psicoanalista y no un filósofo o polítologo el que se atreve a hincar el diente a estas cuestiones a veces lleva a borrar este lugar desde donde Alemán habla, incluso por parte de los psicoanalistas.
Freud planteaba que las tres tareas educar, gobernar y psicoanalizar tienen el imposible como central. Esta afirmación no implica una inacción en estos campos, por el contrario pone en primer plano que el olvido de esta imposibilidad produce una sutura que lleva inevitablemente al ejercicio de un poder, a un intento de dominio que intenta cerrar la fractura del sujeto. Fractura que se puso sobre el tapete con la reformulación freudiana del inconsciente.
Es sobre este punto que Alemán trata de hacer evidente la diferencia entre este sujeto y la promoción de subjetividades y falsas identidades que el neoliberalismo intenta promover. Soy lo que escucho, soy lo que como, soy empresario de mí mismo, soy como gozo…son distintos slogans que vemos repetirse en los medios de comunicación como instrumento de este intento de cerrar una fractura inevitable.
Los seres que hablamos padecemos de una falta de identidad, de una vulnerabilidad y de una necesidad del Otro para nuestro sostén, que nos lleva a buscar en los rasgos de los otros y en su decir algo que nos unifique y nos sostenga. Cada uno trata de suturar esa falta que nos constituye, y así desconoce el goce singular y autístico que no podemos terminar de encontrar en ninguna de las ofertas del mercado.
Alemán ha realizado una gran labor para ahondar en esta hiancia y en lo incurable de cada uno, yendo contra la patologización de la vida y contra el intento de psicologizar el propio psicoanálisis.
El “hombre es un animal enfermo por la palabra”… No tenemos un saber sobre cómo “ser” y mucho menos aún cuando se trata del encuentro sexual, no tenemos el saber instintual que nos oriente. Las neurociencias pretenden ser “el nuevo saber instintual” por lo que están íntimamente anudadas al intento de animalización de los humanos desconociendo el descubrimiento freudiano que acabó con esta ilusión yoica. A cada patología su píldora… su objeto técnico, su aplicación, su coach, su psicólogo por chat… El capitalismo y el subdesarrollo van de la mano.
Alemán ha introducido una máxima que cada vez está más extendida, “las malas noticias que nos trae el psicoanálisis”, y una de ellas es esta: “no tenemos curación”. Dicen que la risa es algo que los humanos tienen diferente al animal y también la crueldad, la violencia refinada, la tendencia destructiva hacia uno mismo y hacia el semejante, en definitiva la pulsión de muerte anudada a la pulsión de vida, al erotismo.
Este anudamiento inevitable nos lleva a extraer una lección en relación con cualquier ideología, ideal o alternativa política, educativa o psicoanalítica. Pierdan la esperanza de que lograrán eliminar lo destructivo que albergamos en nuestra constitución. Ese ideal sería un intento más de anular el material del que estamos hechos.
Este desconocimiento hace que muchas propuestas políticas e ideológicas pequen de una ilusión engañosa y promuevan en los posibles votantes o ciudadanos, o bien una identificación, o bien un rechazo a las mismas… ¿cómo explicar que la gente vote por los políticos que van a ir contra sus propios intereses y al fin y al cabo contra su vida?
Si algo propone el proyecto neoliberal frente a este exceso es su gestión. Frente al posible caos del que todos tenemos noticia y que, a veces anhelamos y otras tememos, proponen “un falso orden”. Serán los guardianes de la aparente regulación del goce. Pero lo que nos encontramos es la corrupción que muestra el exceso en cada uno de los sujetos que son los agentes del sistema. Desde el que se lo gasta en figuras religiosas y visitas a prostíbulos, hasta el que se lo gasta en comida… etc. Como nos muestra Costa Gavras en su film el Capital, estamos en manos de “unos polimorfos perversos” que juegan como niños y que llevarán todo a la destrucción.
Lacan expresó lo subversivo de Freud con esta frase: “¿quién ha protestado como ese hombre de gabinete contra el acaparamiento del goce por aquellos que acumulan sobre los hombros de los demás las cargas de la necesidad?”… que mejor definición de la llamada “crisis” que venimos padeciendo desde el 2008! Como nos señala Alemán el capitalismo no padece crisis, pues en su movimiento circular, sintónico con el funcionamiento de la pulsión, no conoce el día o la noche. ¿No se tratará más bien de otra vuelta de tuerca para seguir con este “acaparamiento de goce”, que después de la segunda guerra mundial tuvieron que aligerar?... La gente, los ciudadanos de a pie tienen sobre sus hombros las cargas de la necesidad mientras ellos acaparan!… sueldos irrisorios para sostener la vida, falta de trabajo, falta de futuro para los jóvenes… etc.
Freud criticó su propia ilusión de que la racionalidad y las luces podrían domeñar la pulsión, el goce. Lacan toma este testigo y cuando nos habla de su enseñanza acude a la famosa frase de Goya “El sueño de la razón engendra monstruos”.
El populismo que J.A. se ha propuesto defender frente al intento de asimilarlo a los proyectos neofascistas actuales, señalando su afán emancipatorio, tiene varios problemas que afrontar teniendo en cuenta estas malas noticias. Si estas revelaciones caen en el olvido la política institucional se verá llevada a una repetición que siempre está al acecho.
La deriva hacia una pureza ideológica y cuasi kantiana tiene su reservo sádico y las buenas intenciones y el bien que se pretende hacer pueden llevar a lo peor.
La diferencia entre la masa y lo común es una línea demasiado fina y siempre se puede borrar. Por ello, en “Soledad Común” Jorge nos muestra que los individuos en la masa se disuelven en la identificación fraterna que se sostiene siempre en el odio y que para lograr realizar algo en común con los otros que pueda salirse de esta lógica, solamente nos queda la soledad de lo más propio de nuestra existencia. Se trata de hacer comunidad con lo más sintomático y autístico de cada uno que no se sirve de la identificación sino de la diferencia. Esa diferencia que la existencia de la mujer en el mundo pone en primer término.
No habrá forma de hacer una política subversiva y que se salga de la repetición de la historia si no consideramos en que concepción del ser que habla nos sostenemos. Los proyectos emancipatorios que se presentan como alternativas nuevas para hacer con lo común, se sustentan “sin saberlo”, en la versión que la tecno-ciencia brazo del capitalismo tiene del ser que habla.
Alemán vuelve una y otra vez a recordarnos los tres atributos de este ser, abordado hasta ahora por la filosofía y que Lacan puso patas arriba poniendo el acento en que se trata del ser hablante, sexuado y mortal. Y que el anudamiento de estas características es lo que tiende a obviarse.
Como nos decía Freud en el “Porvenir de una Ilusión” una civilización que no puede construir algo mínimamente vivible en relación con las exigencias pulsionales, no merece permanecer. Cómo se puede vislumbrar en esta formulación se apuntaba muy alto en relación a la lógica colectiva pero, por otro lado, Freud no dejó muy claro si habría alguna alternativa a la masa. Lacan mostrando que se puede construir una lógica que no se sustente en el todo y la excepción, una lógica del no-todo, esa que agujerea este universal abrió una puerta que todavía está por realizarse y que Alemán junto con otros, como no puede ser de otra manera, tratamos de hacer avanzar.
Mercedes de Francisco
Publicado en el libro "Lacan en las lógicas de la emancipación en torno a los textos de Jorge Alemán". VV.AA. Editor: Timothy Appleton Editor: José Alberto Raymondi. Madrid 2018-03-01. ISBN 978849477302, el 22 de marzo de 2018.

Mi intervención en el ciclo organizado por la Universidad Complutense de Madrid y la Asociación Cruce de Arte y Pensamiento sobre "Lacan y las lógicas de la emancipación a partir de la obra de Jorge Alemán".
Más información sobre el ciclo en CRUCE Arte y Pensamiento Contemporáneo.

Un acercamiento a los fenómenos sobre la violencia de género desde un punto de vista psicoanalítico y un sesgo inédito. Ponencia organizada por el Consejo General del Poder Judicial.
En nuestra actualidad, sobre las víctimas se organiza un gran manto protector, o bien a través de las agrupaciones civiles para su defensa, o desde el propio Estado.
En España, por nuestra historia esto ha sido un elemento de la política ineludible y la mayoría de las veces hemos asistido al uso más artero de las llamadas “víctimas” con el fin de sostenerse en el poder.
Este es un significante que atraviesa en este momento la vida de los ciudadanos, se habla de las víctimas de la crisis, de la corrupción, de la falta de trabajo, de la pobreza, de los desahucios; son víctimas de una violencia no directa. Están, también las víctimas de las guerras, etc. Y el fenómeno social que inquieta cada vez más de la llamada violencia de género con un número creciente de víctimas que ninguna ley, ni atención social, ni policial, logra frenar.
Rápidamente nos viene a la mente la afirmación de Freud en el Malestar en la Cultura, cuando nos dice “El hombre intenta satisfacer su necesidad de agresión a expensas de su prójimo, de explotar su trabajo sin compensación, de utilizarlo sexualmente sin su consentimiento, de apropiarse de sus bienes, de humillarlo, de infligirle sufrimientos, de martirizarlo y de matarlo”, que como nos dice Jacques-Alain Miller(1) es una definición de hombre que integra la pulsión de muerte.
Desde esta perspectiva una víctima es la que se encuentra con un semejante haciendo ejercicio de este goce. De principio, la satisfacción en juego correría a cargo del agresor y la víctima contingentemente padecería las consecuencias.
Nada que ver esta víctima, fruto de la contingencia, con la Antígona de Sófocles, a la que Jacques Lacan a lo largo de su enseñanza hará numerosas referencias y especialmente en su Seminario de la Ética del Psicoanálisis(2). Antígona ejerce en nosotros una fascinación y atracción por lo que tiene de desconcertante esta “víctima tan terriblemente voluntaria”. Elige el martirio, una elección “sin compasión ni temor”.
Hecha esta distinción de forma rápida, nos centraremos en las “víctimas” de la “llamada violencia de género”, en su gran mayoría mujeres. En estos casos, se repiten una serie de elementos que producen perplejidad en la sociedad. Generalmente se produce el asesinato después de años de violencia, que las mujeres sufren en muchos casos en silencio, o incluso nos encontramos con el fenómeno que más desconcierta a los jueces, las mujeres que después de denunciar al agresor, en un número significativo vuelven a reanudar la relación con ellos. Muchas mujeres tratan de explicarse a sí mismas este consentimiento preguntándose por un posible masoquismo de su lado, que junto con la vergüenza, haría difícil sacar a la luz su situación.
Consideramos importante subrayar que ser víctima de una agresión no es equivalente a un goce masoquista. Los desarrollos que Jacques Lacan hace en su texto Kant con Sade(3) y en el Seminario de la Angustia(4), sobre el sadismo y el masoquismo nos permiten separar estas dos cuestiones. El partenaire del sádico no es un masoquista, entre otras cosas porque el sádico lo que busca es provocar la angustia en su víctima y con un partenaire masoquista podemos suponer que no lo conseguiría.
Por tanto explicar el consentimiento de las mujeres al maltrato por parte de sus parejas, por el “masoquismo femenino” es una forma de eludir lo que está en juego. Cuando se cae del lado de la víctima de forma contingente, una de las primeras preguntas que surge es porqué “me eligió a mí”, lo que lleva a sentimientos de culpa y a una justificación del maltratador. Es una forma de dar consistencia al Otro, a veces incluso bajo la forma del Dios Padre.
Es evidente, que en el caso específico de la violencia de género, se pone en juego lo “acomodaticio” de ellas frente al partenaire. Las explicaciones sociológicas que intentan dar cuenta de este drama, dejan de lado lo que consideramos más esclarecedor para entender este “consentimiento” del que no es muy políticamente correcto hablar. Este consentimiento no responde a un hacerse víctima del goce del partenaire, sino al goce femenino que anudado al amor se pone en juego para ellas. Aceptar ser víctimas del maltrato de un hombre muchas de ellas lo justifican, durante mucho tiempo, porque consideran que ellos las aman. Aferrarse a este amor y al goce que conlleva es lo que en muchas ocasiones finaliza trágicamente.
No se trata de mujeres que a la manera de Antígona eligen el martirio, sino que una vez que se encuentran contingentemente con la violencia del Otro, muchas veces bajo la forma de celos patológicos, lo consideran un signo de amor.
La identificación al lugar de víctima que la sociedad propone para ellas, alejándolas cada vez más de la responsabilidad que conlleva su posición de goce, las torna más frágiles y desorientadas frente a ese Otro violento del que se las pretende salvaguardar.
Mercedes de Francisco
Publicado en PIPOL News. Julio 2015.
(1) MILLER, J-A., Curso de orientación Lacaniana el Partenaire-Sintoma. Buenos Aires 2008. Paidós. Pág. 139.
(2) LACAN, J., Seminario VII La Ética del psicoanálisis. Buenos Aires 1998. Paidós.
(3) LACAN, J., Kant con Sade. Escritos II. Madrid 1984. Siglo XXI Editores.
(4) LACAN, J., Seminario X. La Angustia. Buenos Aires 2006. Paidós.
Por una parte, tendríamos esta pretendida concordancia del capitalismo y el funcionamiento de lo humano y, por otra, una versión del sujeto que borra la especificidad del ser hablante como ese ser resultado del anudamiento de lo simbólico, lo real y lo imaginario. ¿Cómo se realiza esta operación? Sosteniéndose en una psicología del hombre equivalente a la psicología animal, extrapolando los hallazgos de la psicología animal a lo humano. Tanto el cognitivismo como el conductismo se sostienen en esta base.
En realidad, el capitalismo, pese a sostener que es un sistema que permite al sujeto desarrollar su deseo, sostenerse en él, lo que hace es borrar esta relación con lo real, simbólico, imaginario, y la relación con el significante, para justificarse genéticamente. La justificación genética sostiene la sinonimia entre capitalismo y naturaleza humana. No digo que se haga explícitamente, pero se transmite entre líneas. No sólo es objetivo, no sólo funciona, sino que, además, es lo que le conviene a la naturaleza humana, reducida ella misma, a una versión animalizada. No es casual que uno de los últimos libros de un filósofo alemán se dedique a revisar toda esta psicología para hablar del amor, y tratar de mostrar el delirio que sostiene a estas investigaciones supuestamente científicas.
Por tanto, es una ideología y una retórica que se va introduciendo por los intersticios de lo humano. Por ejemplo, no nos sorprende encontrarnos con fervientes críticos del capitalismo que, a la vez, defienden esta concepción psicológica de lo humano.
¿Qué efecto tiene esto en los diferentes partidos políticos? Lo que empieza a parecer es que la diferencia entre los partidos políticos –que aunque parezcan mínimas, las hay— quedan subsumidas. Ellos tienen la función de sostener el sistema. Cada vez más, los políticos no tienen la función de plantear una alternativa sino, exclusivamente de sostener este sistema. Es decir, las radicales diferencias partidarias se han borrado.
En un comentario sobre la elección de Obama se hacía hincapié en el carácter de acontecimiento, en el sentido kantiano, que había tenido esa elección, el entusiasmo que había provocado el hecho de que un hombre de raza negra ocupase la presidencia de la Casa Blanca. Pero, en este análisis, y en este entusiasmo, se dejaba de lado que todo lo que prometió hacer, diferenciándose de su oponente republicano, no lo ha hecho. En su praxis, más allá de la importancia de ese acontecimiento, no ha habido una acción diferente. Lo único permitido son alternativas socioculturales para maquillar esta cuestión.
Otro ejemplo, la mayoría absoluta que en este país tuvo el PP en las últimas elecciones, conseguida con un discurso clarísimamente mentiroso para unos, para otros no, pues creyeron que eran el cambio, se debió, entre otras cosas, a que el PSOE llevó las primeras medidas, supuestamente contrarias a sus programas y posiciones ideológicas.
Como bien nos dice Adorno en su ensayo sobre la propaganda fascista, se trata de convertir el medio en el fin mismo. El poder adjudicado democráticamente sería un medio para llevar a cabo los programas de cada partido, pero sabemos que se ha convertido en el fin en sí mismo. Mantenerse en él, sea como sea y servir al movimiento circular del capitalismo. ¿La corrupción no responde de alguna manera a esto?
No solamente la política se ha degradado por alejarse enormemente de un discurso verdadero, sino que ha quedado reducida a la propaganda y los votantes serían los que darían el nivel de audiencia. El primer capítulo de la serie Black Mirror muestra de manera descarnada esta cuestión.
De todos es sabido, todo el mundo está de acuerdo, porque lo comprobamos todos los días, que las medidas económicas que se toman, los recortes, no sirven para lo que se pretende. Pero la cosa sigue. Y comprobamos la manera artera que tienen de conducir esta cuestión. En realidad, son recortes que va a aumentar la recesión económica y van a eliminar, entre otros, los derechos de sanidad y educación. Todos los derechos que se habían conseguido después de la Segunda Guerra Mundial y la Shoah –el intento de organización y regulación para evitar el horror— están dejándose a un lado y se está acrecentando cada vez más la distancia entre ricos y pobres, entre incluidos y excluidos. Por ejemplo, en Brasil ya llega al extremo de que los ricos tienen lugares para ir a comer y a cenar reservados pero, además, no van nunca en coche sino en helicópteros, tienen helipuertos para viajar por la ciudad y no tener que encontrarse con el conjunto de los excluidos.
Los discursos de los políticos se caracterizan por estar plagados de eslóganes repetitivos, presentándose de manera campechana y como uno más, lleno de frases alusivas, construyendo figuras imaginarias a las que se atacan, promoviendo elementos identitarios que construyan un grupo frente a otro. Como se han llevado a cabo los recortes son un magnífico ejemplo han tratado de promover el enfrentamiento de unos contra otros…, los funcionarios, los parados, etc. al parecer la respuesta masiva en la calle, mostró cierto despertar frente a esta manipulación. Incluso el impacto psicológico que supone en vez de bajar el sueldo, quitar la paga extra de Navidad. Promover el miedo y proponerse como la única alternativa frente al desastre. Dejar a los sujetos inermes bajo el shock de la crisis… para manejarlos y llevarlos a aceptar este estado de cosas.
El empuje destructivo y la promoción del odio es lo que enmascara el capitalismo y la retórica fascista es la que mejor le sirve. Entonces no es de extrañar el aumento de los partidos de extrema derecha en Europa, que capturan los votos de los más depauperados.
Cuando hablamos de excluido e incluido en el horizonte está la destrucción del excluido, pues se trata del intento totalitario y homogeneizante.
Lacan nos muestra cómo el discurso capitalista promueve un movimiento circular que repudia lo imposible. Experimentar lo imposible implica la existencia en el mundo de maneras de gozar cuya relación no se puede escribir. El goce femenino como suplementario y que no puede caer todo él bajo la significación fálica, introduce en el mundo una diferencia radical. Nos atreveríamos a decir que en el germen de cualquier racismo, exclusión del otro y su destrucción, anida el intento de borrar del mundo esta diferencia.
Uno de los nombres de lo real es este imposible que no puede decirse ni escribirse, es un real sin ley.
Lacan en momentos de su enseñanza habló del impropio nombre de lo real que Jacques-Alain Miller ha elucidado a lo largo de sus seminarios de orientación lacaniana. Cada vez que intentamos nombrarlo justamente lo ficcionamos, lo perdemos, pues es incompatible con el decir.
El problema sería, entonces, que la única manera de hacer con este real que no se puede decir, es ficcionarlo. De alguna manera, cuando intentamos traerlo, lo ficcionamos y, por tanto, en un sentido radical del término, lo perdemos, porque es incompatible con el decir.
De esta concepción de lo real podemos hacernos las siguientes preguntas: ¿las ficciones son equivalentes?, ¿un discurso equivale a otro discurso?, ¿una política sería igual a otra? Frente a este tratamiento de lo real del discurso capitalista, el discurso analítico, sin embargo, bordea ese silencio, lo preserva, y hace presente ese imposible en el decir. Porque nuestros pensamientos y nuestros dichos, como plantea Lacan en L´etorudit, son el resultado del olvido de este decir imposible. Por un lado, ese decir imposible es lo que causa que hablemos pero, por otro lado, hablando, en nuestros dichos olvidamos eso que lo causa, ese decir imposible. El discurso analítico, a través del corte, de la interpretación, señala este olvido, lo hace evidente.
Y lo que quiero remarcar del discurso capitalista, para hacer una distinción con otros discursos, es que allí no se trata del olvido que lleva implícito todo dicho, sino del repudio de ese imposible. No se trata de un olvido, sino de un repudio, de una forclusión. Pero, ese discurso capitalista, al proponernos que todo es posible, al hacernos creer que somos dioses que ordenan ese real sin ley, nos conduce por el camino de la destrucción.
Hay una película, Margin call, sobre el crack del 2008. En la última escena, Jeremy Irons, sentado en el restaurante situado a gran altura en Manhattan, le enfrenta a Harvey Keitel a decidir de qué lado quiere estar. Le sitúa ante un problema ético. Debe elegir entre estar con los ganadores o los perdedores. Y Harvey Keitel deja de lado sus escrúpulos y termina optado por el lado de los ganadores, a pesar de la destrucción que esto supondrá para un número enorme de familias.
Como ha recordado Jacques-Alain Miller, el psicoanálisis no propone una revolución que implica una vuelta a lo mismo, sino una subversión, que oponga resistencia a la tendencia del pensamiento a biologizar el lazo para forcluir lo real. Como decía Tolstoi “El hombre pasa por terremotos, epidemias, el horror de la enfermedad y toda clase de tormentos espirituales, pero la tragedia más angustiosa que padece ha sido siempre y siempre será la de la alcoba”.
Mercedes de Francisco
Publicado en Intervención en "El Seminario de la Escuela" organizado por la sede de la ELP en Madrid.
Coloquio posterior a la ponencia de Mercedes de Francisco
Gustavo Dessal: Mercedes ha mostrado una cuestión esencial, la distinción clásica, entre nosotros, de palabra plena y palabra vacía, y cómo la palabra vacía puesta en juego por el discurso político, ha vaciado toda relación con la verdad, pero, sin embargo, no es inocua. Porque ese vacío, al mismo tiempo, produce una alienación del sujeto a la voz del superyó.
Andrés Borderías: Entiendo que el planteamiento es pensar una política del psicoanálisis en este momento y en esta época. Cuando Lacan plantea la cuestión De un discurso que no fuera del semblante, entendemos que apunta a una razón de estructura, donde hay un discurso que construye una nueva manera de apuntar a lo real, un saber en lo real. Es Lacan quien nos ha mostrado de qué manera, esa operación, ha producido una fractura en el campo de los discursos políticos que ha devenido en esta progresiva banalización de la política en su relación con lo real y su alianza con la ciencia. Esta retórica no me parece que sea extensible a todos los discursos políticos, pero toma, a veces, un protagonismo fundamental. Lo que me preocupa es que el discurso psicoanalítico pueda diferenciarse del discurso político. Es decir, que no devenga también un discurso retórico, incluso un discurso retórico sobre el discurso político.
Por su parte, Jacques-Alain Miller muestra en qué medida el discurso analítico podría salvarse de lo que ha producido el discurso de la ciencia sobre el político. Es decir, ¿qué nos garantiza que cuando nosotros analizamos el discurso político, o lo denunciamos, o mostramos sus impasses o sus dificultades en su relación con la verdad y con lo real, encontremos una manera de ubicar una relación con lo real que sea distinta?
Esta me parece la cuestión crucial para nosotros. Porque depende de la constitución de la Escuela y de lo que la Escuela pueda pensar como política con respecto a estos discursos. Esto es lo que nos tiene que orientar. De qué manera podemos mostrar que hay una forma de tocar lo real que no sea retórica, también en el discurso analítico.
Luis Seguí: Una pequeña acotación en relación al tema del lenguaje. Hay referencias muy antiguas que revelan la preocupación de los diversos pensadores, en distintas disciplinas, por pensar la relación que une el lenguaje con la cuestión del poder. El famoso y muy citado diálogo de Humpty Dumpty en Alicia a través del espejo, cuando plantea que las palabras dicen lo que el poderoso quiere que digan, lo cual ilustra muy bien acerca de la importancia que tiene el lenguaje para el lazo social y para la dominación política. También hay un libro de Victor Klemperer sobre el lenguaje y la manipulación del mismo en el Tercer Reich. Y, finalmente, quiero recordar una cita muy ilustrativa de Octavio Paz:
“Cuando un sistema se corrompe lo primero que se gangrena son las palabras”.
Araceli Fuentes: Me parece que la convocatoria de hoy, que es de una Escuela de Psicoanálisis, tiene interés y sentido si hablamos de la política del psicoanálisis. Creo que para hablar de la política en general hay muchos lugares. Todos nosotros escuchamos radio, leemos periódicos, y aprendemos economía desde ahí.
¿Cuál es nuestra especificidad? ¿Cuál es la política del psicoanálisis? ¿Qué puede decir el psicoanálisis respecto a la política en general? Este me parece el asunto que nos concierne.
Hay una cuestión que Mercedes ha mencionado, el tema de lo real. Y habló de ficcionar lo real. Ficcionar lo real es lo que hace el fantasma. Es una pantalla sobre lo real, es una ficción sobre lo real. Pero lo real no se puede ficcionar en su totalidad, ni mucho menos, por suerte. Porque si no, estaríamos siempre en el orden de los semblantes.
Sin embargo, la política del psicoanálisis, según la definió Lacan, es una política, no del fantasma, sino del síntoma. Porque en el síntoma está lo real. No tenemos que inventar ficciones sobre lo real, porque lo real anida en el síntoma. En todo caso, lo que tendremos que hacer es cuidar el síntoma para que no desaparezca, porque, como dice Lacan, si el psicoanálisis en algún momento de la historia lograra que desapareciera el síntoma, con él desaparecería el psicoanálisis. Entonces, yo creo que la política del psicoanálisis es una política del síntoma, porque es ahí donde está lo real para nosotros. Ese es el real que tratamos en los análisis.
Por otra parte, llevando los análisis lo suficientemente lejos como para hacer surgir lo real, es como se puede hacer algún tipo de resistencia al discurso capitalista, en la medida en que sabemos que lo real puede con lo simbólico. Solamente, habiendo llegado al real propio de cada sujeto, ese sujeto estará en condiciones de resistir a la alienación que promueve el mercado, y a la alienación en general. Es decir, el psicoanálisis, en tanto lleva a término lo más real de uno mismo y lleva a localizar las identificaciones que nos alienan, pero sobre todo, llevándonos a saber de qué goza cada uno, eso que más horror nos produce, puede producir sujetos que tengan mejores recursos, precisamente por haber acotado su real, y contrarrestar o resistirse al discurso capitalista.
Sagrario Sánchez de Castro: Cuando a Christine Lagarde se le escapó el dicho de que la gente vivía mucho, quiero decir que, a nivel económico, matemático, lo que se enseña en la universidad, es que el neoliberalismo contempla las muertes de personas, de población. Cuando dicen que a largo plazo el sistema se recupera, lo hace a partir de que un número de personas han muerto, porque se han quedado en el paro, porque no tiene asistencia sanitaria, etc. Está contemplado en el modelo.
En otro aspecto, me parece que el lenguaje que utilizan los políticos está bien pensado. Y hay una especificidad en España, donde la Iglesia ha hecho alianza con la dictadura. Por ejemplo, nos hablan de una culpa. Rajoy repite continuamente lo malos que hemos sido, porque hemos gastado mucho, y ahora tenemos una deuda –que entra en la subjetividad de cada uno de determinada manera— y tenemos que hacer sacrificios.
Y por último, hay otra cuestión, y es que, hábilmente, desvían el objeto de odio, en cada zona de forma distinta. En Cataluña, pionera de los recortes, el objeto de odio es España; en China, donde la población trabajadora se encuentra muchas veces en régimen de esclavitud, el objeto de odio son los japoneses; en Grecia los emigrantes, y así sucesivamente.
Pilar: Pienso que la ficción del capitalismo es presentarse como lo que puede suturar la falta respondiendo a la demanda de la sociedad y de cada individuo. Y, justamente, la crisis ha destapado esta gran mentira, y la mentira de los políticos cuando se presentan como esos que pueden hacer felices a los ciudadanos suturando su falta, respondiendo a sus demandas.
¿Qué puede aportar el psicoanálisis a la política?
El saber del psicoanálisis apunta a un goce, es decir, a un saber sobre un goce. Obviamente, ese saber se construye como una historia, y toda historia es una ficción. Pero el punto interesante es cuando ese saber sobre el modo de gozar llega a su tope. Y el desarrollo que permite afrontar el tope de lo real, es lo que permite transformar lo que era pulsión de muerte en satisfacción.
Por lo tanto, hay una forma interesante para que el psicoanálisis enfrente la política. No desde esa ficción, desde esa mentira que plantea el capitalismo, sino llegando a ese punto, a ese tope real, ese punto de alivio del goce y de la pulsión de muerte. Podemos algo con eso. Pienso que es una de las cosas que el psicoanálisis puede aportar.
Oscar Ventura: Particularmente, tengo una dificultad para pensar el psicoanálisis y la política. No es tan sencillo extrapolar la cuestión de una manera directa entre el acto político y el acto analítico y los efectos que sostiene. No se pueden extrapolar los efectos del acto analítico en la cura propiamente dicha, a los efectos del acto político pensado desde el psicoanálisis en lo social. Me parece una dificultad para poder entender.
De lo que se trata es de la calidad del acto, es decir, de aquello que puede rectificar algo en la cura de la subjetividad. Ese es el acto propiamente dicho. Y en lo político también. Pero es muy difícil pensar la categoría del acto en lo político, análogo a lo político en la cura. Hay una dificultad para pensar la dimensión del acto, y del acto de una escuela de psicoanálisis. Porque, efectivamente, hay una cuestión fundamental para pensar, en relación a la política de una escuela, pero también, diferenciarse en el acto implica medir los efectos de esos actos sobre el conjunto. Y esto es difícil de medir, y es difícil pensar cuáles son nuestros actos en lo real de la política que realmente tienen un efecto de rectificación sobre las cosas. Una dimensión para pensar las cosas a partir del acto, es necesaria, sin hacer una extrapolación directa de una cosa a la otra.
Hablamos de las crisis y de Christine Lagarde. ¿Qué está diciendo? Efectivamente, habla bajo un modo que Lacan supo aislar de la verdad. Habla sobre lo que es la verdad formalizada que Lacan aísla en el Seminario XVII. Está ahí la verdad formalizada de la ciencia como tal, que cuenta muertos, y la verdad del sujeto, que es el sujeto de la verdad del sufrimiento como tal. Es la otra parte de la verdad.
Pero hay algo más en la cuestión de Lagarde. ¿Cómo se resolvieron las verdaderas crisis en el siglo XX? ¿Cuáles fueron los modos de resolución que la humanidad encontró para salir de los impasses brutales de la crisis? Fue diezmando la población europea en ambas guerras. Nosotros, en este momento, si matamos al cincuenta por ciento de la población europea, no tenemos más problemas de paro. Volvemos a reconstruir una lógica. Esto es lo que históricamente ha ocurrido en lo que se refiere a la resolución de la crisis como tal. En este sentido, hay un aporte simbólico de la Sra. Lagarde. Está hablando de la tendencia que están pensando. Reducir algo que se creía un logro como tal, la continuidad de la vida. Reducirla bajo una forma menos sádica y violenta de la que ha sido.
Pero es difícil pensar, porque tenemos otro problema. Es el problema político de que en este momento hay algo inédito en el campo de la historia. En otros momentos de resolución de crisis podríamos, las ideologías que todavía funcionaban, permitían a las masas ciertos movimientos de localizaciones e identificaciones que permitían la visualización de un proyecto. Ahora tenemos una dificultad para operar dentro mismo del sistema, y es que hay algo innominado en cuanto a lo que es la salida al capitalismo. No hay algo que podamos pensar como tal en este momento. Decimos que debemos inventarlo, que debemos producir, que emerger, pero no sabemos. Y tenemos también la debilidad con que los movimientos alternativos, por decir así, y lo efímero de sus posiciones dentro del ámbito político general.
Entonces, esto también es un tema delicado, porque no se trata de la revolución, se trata de cómo instrumentar nuestro acto, qué tipo de acto realmente es el de una escuela que pueda rectificar sin tener delirios megalómanos – más bien había que ser discretos— y tenemos que pensar estas dificultades y sobre ellas producir el cálculo del acto.
Intervención: (Sobre el gasto farmacéutico. No se oye bien) Habla de que hay un control sobre el gasto farmacéutico por parte del estado, una evaluación económica y no profesional.
Gabriela Medín: Una nota de Pascal Quignard en Babelia, cuyo título es Destruir el secreto individual es un objetivo político. La nota entera ilustra cómo desde el psicoanálisis se pueden hacer aportaciones al discurso político. Es muy difícil pensar el acto analítico y el político, son dos escenarios diferentes. Pero los psicoanalistas y el psicoanálisis, orientados por la cuestión de lo real y de la potencia de ese real, sí podemos intervenir en las instituciones, en la sociedad y en los lugares donde desarrollamos el lazo, tratando de rescatar al sujeto, la cuestión subjetiva, el síntoma y lo real.
Mercedes de Francisco: Evidentemente, el síntoma es esa manera de tratar lo real, donde se combina algo de la ficción fantasmática y del acontecimiento del cuerpo. De todas maneras, lo que se ha dicho de lo real como tope, como límite, me parece importante. Recomiendo para abordar este punto la intervención de Jacques-Alain Miller en el cierre del último Congreso de la AMP en Buenos Aires. Como siempre, plantea cosas muy claras pero las problematiza, y es interesante pensarlo. Habla, de cómo en una época, lo real y la naturaleza se habían hecho equivalentes, y esto daba a lo real un orden. Nos muestra cómo en la última enseñanza de Lacan, se trata de un real sin ley, del silencio de lo real. Entonces, si tomamos esto de forma radical, es un problema qué hacer con este punto. Está bien lo que decimos del límite. Pero como es algo que calla, y la manera que tiene de hablar es como acontecimiento del cuerpo, y lo que mínimamente el sujeto pueda decir y ubicar en este punto, me parece que no es un problema tampoco banal para nosotros, y supongo que todas las personas que están haciendo el trabajo de A.E y del Pase encontrarán ese problema una y otra vez, cómo calla ese real, cómo mostrar que es un silencio cada vez que ellos trabajan con la palabra. Porque, inevitablemente, nosotros hablamos.
Por eso, cuando se habla de orientación hacia lo real, sostener esto y ponerlo en juego, no es nada fácil para cada uno.
Sobre mí

Mercedes de Francisco
Psicoanalista
Mercedes de Francisco Vila es psicoanalista, AME de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano en España y miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Docente del NUCEP y del Instituto del Campo Freudiano. Co-coordinadora del NUCEP y co-coordinadora del Instituto del Campo Freudiano en España. Fue Presidenta de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano en España en el periodo 2000/2002. Ha impartido múltiples seminarios y conferencias, y ha publicado numerosos artículos en distintos libros, revistas y medios digitales. Autora del libro Un nuevo amor editado por Grama Ediciones, Buenos Aires, 2012 y del libro En Femenino Singular editado por Grama Ediciones, Buenos Aires, 2016.
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