Mercedes de Francisco presenta Pandemonium. Notas sobre el desastre, de J. Alemán

Portada libro Pandemonium


Artículo escrito para la presentación de este libro de Jorge Alemán, leído en el acto de presentación del mismo organizado por la Biblioteca de Orientación Lacaniana de Madrid (BOLM) el día 8 de julio del 2020.




La poesía bordea lo real mejor que cualquier desarrollo posterior. Por ello es una apuesta difícil la que ha encarado Jorge Alemán siendo el poema lo que abre este libro. Qué al poema con su enigma, le sigan estos textos marcados por la “sencillez” me parece un acierto y permite al lector sintonizar o discrepar llevado por la ligereza de esta escritura. 

Se recogen los sintagmas que poblaron nuestros días de confinamiento y sobre ellos los análisis, afectos y anhelos que deja entrever el autor.

Cuando un acontecimiento imprevisto, aunque anunciado, nos enfrenta a lo real y nos lleva a la angustia en su más pura expresión: “este miedo de reducirnos a nuestro propio cuerpo”, del que nos habla Lacan en la Tercera; nuestra realidad fantasmática cruje, nuestros principios ideológicos pueden tambalearse y nuestra aparente unificación yoica estalla en mil pedazos. Es ahí cuando se busca socorro en las distintas figuras que sostienen o sostuvieron nuestras identificaciones, pero se tornan insuficientes…y es aquí donde las ideologías llamadas “neofascistas” y otras no tan evidentes vienen a proponernos sus “bufones”, Trump, Ayuso, Bolsonaro, Jhonson, con esos rasgos grotescos que dan una falsa unidad incluso a los que hacemos memes o los criticamos, a sabiendas de que esta aparente unidad tiene los días contados. Pero bajo este semblante bufonesco, se esconde “la paranoia como praxis ideológica” como nos señala Alemán, que ubica la amenaza en un enemigo externo, el semejante que representa la diferencia, y que nos libera aparentemente de esa presencia del cuerpo como esa “carne arrojada al mundo”, como ese real, el cual portamos y del que no podemos desentendernos. 

Se necesita coraje para afrontar este real, que se ha presentado con los ropajes de la muerte, pero que también afecta al lazo amoroso y a la diferencia sexual. La respuesta que nos propone Alemán se bambolea entre el optimismo de un posible cambio civilizatorio y la constatación de que el discurso capitalista con su funciomaniento acéfalo y afín a la pulsión de muerte, siempre recomienza de nuevo sin fin, ni corte. Un cambio civilizatorio donde Alemán muestra lo que me atrevo a considerar su “ilusión” puesta en los movimientos emancipatorios y estados con una autoridad simbólica soberana que fundamentalmente ubicaría en los países emergentes, Latinoamericanos. Un cambio civilizatorio que introdujera la lógica del no-todo en las instituciones como son el Ejército y la Iglesia, por otro lado, prototipos freudianos de la lógica de masas, sostenidas en el yo. 

Otra ilusión bordea estas páginas que no responde a ningún aspecto geopolítico, sino a la posibilidad de que esta pandemia llevara a alumbrar una civilización sostenida en el don gratuito y no en la acumulación retentiva. Casi una idea paradisiaca del cambio, pero no la que mantuvo el comunismo y del que algunos fuimos partícipes, sino de un paraíso con las aportaciones que tanto Freud como Lacan nos han legado. Una aspiración aún más pretenciosa que la mesiánica. 

Estas notas sobre el desastre, nos enfrentan a este vel alienante, o considerar que el crimen del capitalismo es perfecto y que la pandemia solamente supondrá una mayor consolidación del neoliberalismo, y el neofascimo que lo sostiene, cada vez más velado por las bufonadas de sus representantes; o la apuesta por un cambio civilizatorio imposible, pues sabemos que la pulsión, la locura, el mal, no son erradicables. Aquí me gustaría considerar una diferencia que Lacan nos muestra entre el funcionamiento pulsional y el amor. La pulsión no conoce día o noche, es un circuito continuo sin corte y siempre consigue su fin: satisfacerse, por ello no participa de lo imposible; sin embargo, en el amor que inventa Lacan, lo imposible está en el centro, la contingencia es su germen y lo sinthomático su insistencia, aquello que anuda pero no unifica. 

Otra aspiración de Alemán es considerar y diferenciar, también para los psicoanalistas, que la no justicia distributiva que en Lacan está referida al goce, no puede confundirse con la justificación de la desigualdad social y tratar de reducir a gran parte de la población a su “ser de necesidad” por la supervivencia. Lacan en la dirección de la cura nos dice de Freud: “¿Quién ha protestado como ese hombre de gabinete contra el acaparamiento del goce por aquellos que acumulan sobre los hombros de los demás las cargas de la necesidad?”. En este momento de pandemia y sobre todo de confinamiento hay algunos que consideran que el sometimiento a este recorte de libertad en pos del mantenimiento de la vida, reduce nuestra vida a su carácter más bio, y nos aleja de nuestra dignidad. Sin embargo, no se les nota muy preocupados cuando se reduce a parte de la “humanidad” a la pobreza y la indigencia, a vivir en campos de refugiados, a la falta de libertad por no estar documentados; en definitiva, a ser exclusivamente seres de la necesidad cuya satisfacción de dicha necesidad encima se les niega. 

Dejo para el debate y para la reflexión, también por mi parte, significantes como soberanía, héroe, líderes con carisma y autoridad, etc, que además no considero que interese intercambiarlos por heroínas, lideresas o mujeres con carisma. Los términos bélicos a mi entender intentan unificarnos frente al enemigo en un intento de atemperar la angustia, de enmascararla, que tiene como saldo que cuando la responsabilidad tiene que hacer su aparición con la desescalada y lo comunitario, lo que impera es un olvido de lo ocurrido y una algarabía de goce. La nueva normalidad, que supone blanquear la realidad anterior calificada como normal es otro de los significantes que organizan la subjetividad de la época y de la que tanto la derecha como la izquierda participan.

En este momento los rasgos personales de los expertos como Fernando Simón son encumbrados, no solamente en España, y hasta llega a la portada de la revista del periódico El Pais, quitándole todo atisbo de su peculiaridad, para enmascarar el no-saber de la ciencia y su falaz progreso pues hemos tenido que recurrir a los procedimientos usados en las pestes de siglos pasados, confinamientos de las personas y cierres de las ciudades, eso sí con tecnología punta. 

La forma en que los llamados expertos o autoridades científicas y los gobiernos hablaron de este virus desde el principio, aparentemente para tranquilizar a los ciudadanos, era que fundamentalmente afectaba a “los viejos”, basta del eufemismo de personas mayores, y a las personas con alguna patología o enfermedad crónica. Esto ya es una forma discursiva eugenésica de informar de la que nadie se ha librado y que ha tenido sus consecuencias. Después el gran olvido de los niños y el tratamiento que se les ha dado en relación con su escolaridad, su alimentación en los casos con menos recursos o incluso en estado de pobreza, y el tema de las mujeres. De la cuestión de los viejos, está claro los efectos, dejarlos morir sin atención y sin la menor dignidad, pues los que explotan “las residencias de ancianos” son en su mayoría empresas de fondos buitres; a los niños más vulnerables se les ha dado comida basura durante tres meses que ha enriquecido a algunos y con las mujeres se ha acrecentado la brecha social y profesional. Y esto no ha tenido “consecuencias políticas”.

Alemán, vuelve a tener que alertar como Freud en 1930 que se trata de la batalla entre Eros y Tánatos, a sabiendas que Lacan nos advirtió que la pulsión de vida y la pulsión de muerte están anudadas y es una ilusión pretender separarlas.


Agradezco este texto tan personal de J.A. que me ha permitido desplegar mi lectura.



Mercedes de Francisco


8 de julio de 2020 
Presentación del libro de Jorge Alemán en la BOLM Biblioteca de Orientación Lacaniana de Madrid.