Los autores Jorge Alemán y Germán Cano presentaron a finales de marzo de 2017 su libro «Del desencanto al populismo» en la Sala de Juntas del Circulo de Bellas Artes en Madrid. Aquí la presentación de Mercedes de Francisco
Entrevista que me hizo Jesús Rubio en mayo 2022,
publicada en la sección Recorridos Singulares....
Aqui os dejo el enlace a la web de la Revista:
Ayer vi My Blueberry Nights de Wong Kar Wai, y me gustaría recomendar esta “sencilla” película. Es una película sobre el amor y el desamor que transcurre en Estados Unidos. Este director se mantiene fiel a sí mismo cuando combina de forma casi mágica los movimientos de los actores con la música y los colores. No podremos olvidarnos en sus otras películas del contoneo de la mujer que sube las escaleras, de la cacerola de los espaguetis y de los boleros que nos podrían parecer inapropiados para el paisaje urbano que muestra. Es un hacedor de películas de amor.
La barra de un bar es un elemento decisivo en torno al que se desarrolla este film, otro, las llaves…llaves dejadas por unos para otros, llaves no recogidas por nadie, casi como cartas “en soufrance”, “en espera” para llegar a su destino. Con estos dos elementos, y un hombre y una mujer se desarrolla una película que termina como comienza. Pero para que este cierre se produzca, tienen ambos que transitar un cierto tramo del camino a solas, tienen que darse tiempo. Tienen que desterrar la prisa.
Ella se tiene que curar del desamor que la ha dejado maltrecha, él de la espera equivocada. Ella emprende un camino por el interior de Estados Unidos y trabajando de camarera en turno doble para aturdirse, comienza a interesarse por esos hombres y mujeres aquejados por el desamor. Un hombre que no deja ir a su mujer aunque llevan tiempo separados, una hija que no puede amar por un amor siempre frustrado con su padre, le permiten a ella tomar el camino de vuelta. A través de las cartas que le envía a él, irá encontrando la manera de cruzar una calle, cruzar un umbral que parece tan difícil. Este “miedo” Wong Kar Wai nos lo hace sentir cuando de vez en cuando vemos pasar el metro vertiginosamente por encima de un puente. Del vértigo con el que comienza la película cuando él contesta al teléfono, a la cámara lenta cuando ellos dos se encuentran.
Un comentario escuchado al pasar al salir del cine sobre la película: “la vida real no es así” me hizo comprender mejor la fuerza de este relato. En esta frase “la vida real no es así”, este real no es el imposible del que hablamos los lacanianos, este real es la realidad que vamos conformando con nuestros fantasmas y miedos para alejarnos de lo imposible y por tanto de lo que podemos hacer posible. “La vida real no es así” que parece una frase muy realista es en realidad lo que nos aleja de lo real, de lo imposible, para sumirnos en la impotencia de la realidad fantasmática.
Wong Kar Wai muestra, al menos dos formas de lo real, la muerte y el amor; y él decididamente elige una, ¿por qué esta sería menos real que la otra? A este comentario de “la vida real no es así”, le siguió otro algo jocoso de una mujer, “sí claro, la vida real no es así porque nosotros no nos movemos a cámara lenta”, o quizás sí, a veces nos movemos a cámara lenta y logramos eternizar un instante.
Mercedes de Francisco
20 febrero 2009
Texto publicado en libro “Un Nuevo amor” .Ediciones Anagrama, en Bibliografica de Voros SA , Buenos Aires octubre 2012 ISBN 978-987-1649-86-0 Octubre 2012
My Blueberry Nights película del director de cine Wong Kar-wai estrenada en 2007. Protagonizada por Nora Jones, Jude Law, Rachel Weisz, Natalie Portman y David Strathaim
A la memoria de mi padre
En el momento de mayor éxito, como escritor, de León N. Tolstoi - había publicado ya Guerra y Paz y Anna Karénina-, y de una estabilidad económica y familiar envidiable, la vida pierde color y todo se sumerge en el sin-sentido. ¿De qué sirve su escritura, su hacienda, sus numerosos hijos, su esposa, si todo ello va a ser arrasado por la muerte?. La única salida que encuentra a estos razonamientos, para ser coherente, es el suicidio que le tienta y no consigue realizar. Este episodio documentado en su texto Confesión, supuso un cambio en Tolstoi, que le convirtió en un defensor de los desposeídos sin el uso de la violencia y que inspiró movimientos como el de Gandhi. Salió de esta crisis creando una religión propia, y fue tanto así que en los últimos años de su vida fue excomulgado por la Iglesia ortodoxa y era considerado un hombre peligroso para el poder zarista.
Este episodio, además de impulsar este movimiento entre político y religioso, desencadenó en su matrimonio una guerra que se hizo cada vez más cruenta con el paso de los años y cuyo desenlace final fue la huida de Tolstoi de su casa de Yásnaia Poliana, encontrando la muerte en dicha huida. De todo ello encontramos muchos documentos escritos.
Distintas preguntas me surgieron al comienzo, primero tratar de entender que estatuto darle a esta crisis de Tolstoi que se salda con una salida religiosa que tenía como lema el “amor universal”, ejemplo de ello fue su decisión de no ganar derechos de autor por sus escritos.
La presencia de la escritura a través de los diarios preside la vida de Tolstoi desde joven, y su matrimonio desde el inicio. Ella es una joven de 18 años y él un hombre de 34, y según nos dice en Confesión “No hay crimen que yo no hubiera cometido y, por todo ello, recibí elogios; mis coetáneos me consideraban un hombre de bien...”, y en un ataque de pánico, el día antes de su boda, temiendo que el matrimonio no tuviera un buen destino si ella no sabía quien había sido él, le dio a leer a Sonia su diario de juventud. Estuvo a punto de no celebrarse la boda, esta joven “inocente” quedó espantada de los excesos del que iba a ser su marido, al parecer sobre todo de los sexuales. A partir de aquí, tanto él como ella escribirán diarios sobre su vida en común, y desde el comienzo es un verdadero testimonio de un permanente vaivén entre pasión amorosa y odio. Desde luego más allá de los sucesos que estos diarios documentan, el mismo hecho de su escritura es un goce que Tolstoi mantiene hasta su muerte. No se trataba de diarios para preservar lo íntimo sino una exhibición de sus cuitas más pulsionales, asistimos al despliegue de una realidad fantasmática que su unión forjó y que se saldó con un final dramático: “la huida” de Tolstoi de la que había sido su casa familiar y la muerte que lo sorprendió en la estación de Astápovo.
Tolstoi es un hombre que atestigua de un deseo sexual que no se amortigua ni con sus 73 años, cuyo comienzo fue a los 13 y que a partir de su conversión religiosa trata de refrenar sin conseguirlo. La cópula para Tolstoi como para Borges, junto con los espejos, son abominables. Introduzco en este punto los espejos porque Tolstoi desde niño está verdaderamente atravesado por el padecimiento de considerarse feo, lo que le lleva a una sobrevaloración de la belleza y la perfección. Así relata su encuentro a los 12 años, con Sergio, dos años mayor que él, “su original belleza me atrajo, desde que lo conocí, de un modo irresistible” Pero, no tarda mucho en aparecer una niña de la edad de Sergio que le fascina. Sonia viene a sustituir al bello amigo, y este primer encuentro traumático con lo femenino, pues Sonia prefiere a Sergio, le hace sentir de improviso “un profundo desprecio hacia el sexo femenino en general y hacia Sonia en particular”. Esto que ocurre a tan temprana edad le acompañará el resto de sus días
Gorki después de una conversación con Tolstoi, siendo este ya septuagenario, escribirá: “su actitud para con las mujeres es de una terca hostilidad. Nada le gusta tanto como maltratarlas...¿Es la venganza de un hombre que no ha conseguido toda la felicidad a la que aspiraba o una enemistad provocada por los humillantes impulsos de la carne? Como quiera que sea se trata de hostilidad, y muy enconada”.
Frente a la muerte que opaca toda belleza, Tolstoi encuentra la salida por la vía de la fe y del amor universal a los desfavorecidos y campesinos. Pero Tolstoi, con su anhelo de perfección no lleva bien sus contradicciones internas que su esposa se encarga de señalarle permanentemente. Le inquietan los propios preceptos que no cumple, uno de ellos y muy importante, la abstinencia sexual, otro la renuncia a los placeres que su vida acomodada le proporcionan. Su dificultad para refrenarse en muchas ocasiones la carga en la cuenta de la mujer que lo tienta, cuando en realidad Sonia ha expresado claramente en sus diarios su desinterés por el deseo sexual, al que accede porque sabe lo importante que es para su marido. Ella está muy preocupada por el amor de él y el lugar que él le otorga.
A la luz de las lecturas, comprobamos el desconocimiento en el que ambos cónyuges se hallaban sumergidos. No solamente el empuje a decirse la verdad resultó ser venenoso, además, no podemos dejar de subrayar el hecho de que Sofía la mujer de León N. Tolstoi, que él desde el primer momento se empeña en nombrar como Sonia es, además, la hija de Sonia su primer amor. ¡Difícil para Sofía, no dudar del lugar que León N. le otorgaba en su vida!
Y si esto fuera poco, apareció en la escena un díscipulo Chertkov que compartía las ideas de Tolstoi con respecto a su obra y que le fue encandilando hasta conseguir que le otorgara ser el guardián de sus diarios y sus escritos. Sofía queda así desplazada del lugar que hasta ese momento había ocupado para su marido. Valiéndonos del esquema que realiza Jacques-Alain Miller en el Partenaire-Síntoma, podemos decir que el rol de burguesa le iba más o menos bien a la condesa Tolstoi, pero cuando esto se resquebraja, el desvarío femenino no encuentra una brújula en el gran escritor.
Tolstoi, en el momento de su crisis, está muy preocupado por “el carácter perecedero de lo bello y lo perfecto” y esto se resuelve para él con una pretensión de eternidad. Desde luego su vida estuvo marcada por la muerte, de la madre, del padre, del hermano, de la tía...y es esta salida por la religiosidad frente a este amo absoluto lo que le aleja de lo que el atisba claramente llegando a decirle a Gorki “El hombre pasa por terremotos, epidemias, el horror de la enfermedad y toda clase de tormentos espirituales, pero la tragedia más angustiosa que padece ha sido siempre y siempre será la de la alcoba”.
Tolstoi eligió para “salvarse”...¡es un decir!, mirar para otro lado, salió de su desesperación con su fe en el amor universal. Evitaba así, quizás sin saberlo, afrontar la angustia frente a lo femenino y se acercaba a la vana ilusión, que su hermano mayor Nikolai había sembrado en él, cuando teniendo Leon N. cinco años, le relató la fábula de la estaca verde enterrada en las tierras de Yásnaia Poliana. Algún día esa estaca sería encontrada y su inscripción revelaría el secreto para que todos los hombres pudieran alcanzar la felicidad y el amor universal. Tolstoi quiso ser enterrado en ese lugar, donde se gestó el germen de su creencia en la posibilidad de escritura de la relación sexual...alejándole de lo imposible y sumiéndole en la impotencia frente a la mujer que le llevó a su “huida final”.
Detrás de ese cuerpo tosco, a la vez que de una sensibilidad extrema (casi femenina) que se desborda de emoción con la música y la mujer y que León, no pudo más que sancionar como feo...vislumbramos una fórmula imperativa “comme il faut...” referida tanto a la mujer, como a la imagen que le hubieran convenido, en palabras de su tía. Frente a esta formulación imposible de cumplir Tolstoi rechazó el goce que le procuraba su relación con la mujer (persiguiendo la abstinencia) en pos de una imagen imposible de alcanzar...
Madrid 20 de noviembre de 2010
Mercedes de Francisco.
Noviembre 2010 Conferencia dictada en Jornadas Preparatorias IX Jornadas de la ELP “Los hombres y sus semblantes" celebradas en Barcelona
Octubre 2012 Publicado en Libro Titulado “Un Nuevo amor”.Grama Ediciones, Buenos Aires octubre 2012 ISBN 978-987-1649-86-0
En un juego de palabras que permite la lengua francesa, Jacques Lacan, juega con la parecida sonoridad en francés entre dit-femme y diffame. El intento de decir a la mujer, de definirla, de universalizarla, de darla por conocida, fracasa.
La tendencia a la difamación de las mujeres a lo largo de los tiempos no necesita justificación. Incluso en este momento donde podemos considerar muchos avances en sus derechos y reconocimientos, esto sigue presente.Estejuego de palabras tan sutil y casi dicho al pasar, nos muestra una de las formas en las que se encarna la dificultad que implica la existencia de la mujer en el mundo.
Ya Freud en sus Contribuciones a la Vida Amorosa, en su texto sobre el Tabú de la Virginidad mostraba a partir de los estudios antropológicos de algunas tribus el tabú que rodeaba a las mujeres, por ser ese continente desconocido y misterioso frente a lo que el sujeto se horroriza y del que de alguna forma debía distanciarse. Esto que en los primitivos tomaba esta forma de tabú, en muchas religiones toma la forma de preceptos y prohibiciones. ¡¡Ese cuerpo que encarna la diferencia es lo que nos trae a maltraer!!
También ahora en pleno Siglo XXI, con los movimientos trans y ciertos feminismos se ha vuelto a poner sobre el tapete como definir a la mujer. Llevando a derivas, en ocasiones, bastantes problemáticas.
Mientras que estaba preparando esta charla, durante las vacaciones de Navidad, por recomendación de una amiga, vi la película “El último duelo” de Ridley Scott. Diré que comencé y casi abandono, pues todas las escenas de lucha encarnizada con las que empieza no me animaban a seguir, pero esta amiga insistió en que atravesara la primera parte, pues luego seguro que me interesaría, y ella sabe de los temas que trabajo y llevo indagando durante años. Este film está basado en un hecho real, el último duelo que se autorizó en Francia. Frente a dos versiones contrapuestas de los hechos, se suponía que el que ganara en el duelo-torneo a muerte sería el que había dicho la verdad, y Dios habría hablado con el consiguiente castigo al que hubiera cometido perjurio.
Pero esto que no nos resulta nuevo, en este caso adquiere un tinte muy diferente e interesante, el duelo surge a raíz de la denuncia de Marguerite de Carrouges de haber sido violada, en ausencia de su marido,por el escudero Jacques Le Gris amigo de este. Como dicho escudero negaba esta acusación, su marido el caballero Jean de Carrouges le reta a duelo para que se sepa la verdad.
Este film, no ha tenido mucho éxito de taquilla, pero quizás como en otras películas de Ridley Scott más adelante se valorará.
No me voy a detener en los detalles que han rodeado su realización, pero señalaré que el guion contó con el asesoramiento de Eric Jager autor de un libro documentado sobre estos hechos y titulado “El último duelo”
La película, tiene tres partes con el relato de cada uno de los implicados, pero lo que más me interesó de esto, que como ya sabéis ha sido una forma que se ha usado anteriormente por otros cineastas, es el título que dan a cada capítulo, cuando se trata del relato de los hombres reza así “la verdad según” …, cuando se trata de ella, aparece su nombre y después, la verdad.
Esta película es interesante por el interrogatorio al que se somete a Marguertie de Carrouges. En lo que llevo leído del libro de Jager, no he encontrado una corroboración documentada de ello como si de otras partes del film. Esa parte está guionizada por una mujer y resulta muy creíble que los interrogatorios a los que sometieron a Marguerite de Carrouges antes de que el rey decidiera si se realizaba o no el duelo, fueran de esa guisa. No es significativo si son exhaustivamente verídicos, lo importante es que podemos encontrarnos en la actualidad con algo muy parecido en los juicios sobre violaciones y agresiones sexuales a mujeres.
Freud aborda la diferencia sexual con el anudamiento del registro imaginario y simbólico. Por un lado, tendríamos esa imagen corporal que nos enfrenta a la diferencia anatómica y los efectos que de ello recoge lo simbólico con lo que Lacan nombrará como significante fálico que organiza la significación y que está marcado por la ausencia y la presencia, por el lleno y el vacío, por el tener y la falta.
Freud con la observación de los niños y la escucha de sus pacientes comprueba que en la infancia se da lo que nombrará como “la premisa universal de falo”, la creencia de que todos los seres humanos portarían un órgano, contraviniendo la percepción supuestamente objetiva de que hay unos seres que lo portan y otros que no, por tanto, esta creencia no responde a la imagen del cuerpo. Llegará un momento en que los sujetos se verán obligados a posicionarse frente a esta diferencia, ello tendrá como consecuencia para el varón el temor a la pérdida, la amenaza de castración, que toma distintas formas sintomáticas, y en las mujeres asumir que ellas no tienen ese órgano se traducirá en el temor a la pérdida del amor.
Lacan comprueba que esta manera freudiana de abordar lo femenino resulta insuficiente y considerar el goce que experimenta una mujer “solamente” desde esta perspectiva fálica no alcanza. Lacan empieza a desembarazarse de la premisa que se podría derivar de todo esto, la universalización del goce fálico para todos.
Aunque Freud mostraba su ilusión de encontrar una fórmula “suficientemente normal” como para llegar a un encaje adecuado entre hombre y mujer que nos salvara de los padecimientos de la sexualidad y el amor, era muy honesto como para no comprobar que lo que antes consideraba malestares y perturbaciones neuróticas y patológicas, al final resultaban comunes a cualquiera.
Es Lacan el que se va encontrando en relación a lo femenino que la horma fálica no sirve para abordar el goce de una mujer. Y es así como definitivamente en su Seminario XX, Aún, pone en jaque el goce fálico y comienza a nombrar otro goce, que no es el reverso, ni el complementario del fálico, sino que es suplementario.
No hay otra significación que la fálica, las leyes del lenguaje responden a esa lógica que siempre es binaria. Por eso cuando se pide a las mujeres que den cuenta de este otro goce, que algunas conocen, no sueltan prenda. Pero no se trata de una ocultación o secreto intencionado sino de una dificultad estructural para nombrarlo. El campo de la palabra no alcanza para decirlo, y por tanto tampoco para decir La mujer. El intento denodado en definirla, en nombrarla, al encontrarse con este muro, este imposible, nos lleva a difamarla: “puta, bruja, zorra…paranoica, histérica”
Es evidente que esta difamación no parte exclusivamente de los hombres, las mujeres pueden ser terribles cuando entran en esta pendiente. Una manera que tiene la mujer de significar esta ausencia, esta falta, siempre desde la perspectiva fálica es considerándose en déficit, no puedo, no llego, no tengo…a sí misma. Por la vía de la difamación se evidencia el rechazo a lo “opaco” de este goce en la otra y en ellas mismas.
Por más educación, cambios logrados en los derechos de la mujer, que por supuesto son fundamentales para nuestras vidas, esto de lo que hoy trato de dar cuenta aquí es transversal a cualquier época y solamente poniéndolo en primer término tendremos una oportunidad de inventar otra cosa.
Por ello me pareció que esta película es muy interesante para ejemplificar esto.
Que esté inspirada en una historia real de la Edad Media viene muy bien para evocar lo que Lacan en el Seminario Aún afirma y que resulta en cierta manera enigmático, que en el Medievo a la mujer no le iba muy bien y que quizás por ello apareció el paradigma del amor cortés, encumbrando a la Dama, elevándola a la dignidad de la Cosa.
En este film queda patente que en la Edad Media con la mujer se podía hacer cualquier cosa, entre otras las violaciones permanentes y por eso tenían una teoría ad hoc para pensar la reproducción y seguir manteniendo a buen recaudo los patrimonios de los Señores Feudales y la Corona. Consideraban que si no se producía en el momento del coito el orgasmo que en francés textualmente es “la pequeña muerte”: la petite mort, no se produciría la fecundación. Salvaguardando así de los bastardos las herencias. Y por tanto también considerando que en una violación no podía darse este goce en la mujer y en el matrimonio sí.
Para el psicoanálisis la cuestión del goce es mucho más paradójico y no se puede hacer coincidir la reproducción con el orgasmo, aunque ciertas afectaciones del cuerpo pueden colaborar fisiológicamente en la fecundación, y tampoco se puede aseverar que una mujer en una violación, abuso, no va a experimentar satisfacción alguna.
Marguerite de Carrouges, queda embarazada justo por las fechas de la violacióny observamos como en el interrogatoriose pone en juego la maquinaria de la difamación, también, del lado de las mujeres. Ella debe estar mintiendo, el encuentro sexual debió ser consentido o debe tener un amante.
La situación de Marguerite que durante cinco años de matrimonio no había logrado quedar embarazada de su marido contravenía las teorías sobre la fecundación. Por un lado, o no gozaba con su marido y por ello no lograba el embarazo o había gozado con Le Gris por lo que el forzamiento que ella denunciaba no era tal, sino que se trataba de un encuentro consentido.
Le preguntan si goza con su marido y si gozó durante la violación. Y lo que me ha parecido más remarcable es la ambigüedad que deja abierta la interpretación actoraly las respuestas…no conseguimos tener una certeza de que diga la verdad sobre su goce. Podemos por las escenas sacar nuestras propias conclusiones, con respecto a su relación con el marido..., pero lo que queda patente es la afirmación de Lacan que cuando frente a un tribunal se pide que se diga la verdad toda la verdad y nada más que la verdad se trata de la verdad sobre el goce y esto es imposible. Por ello en el terreno del derecho se trata de hechos, aunque aspiran a lo otro.
El goce masculino en esta película está claramente explicitado y no lleva a ninguna duda. Se trata para ellos de las posesiones, tierras, mujeres, descendencia, apellido, honor, guerra, al final servidumbre, al Señor, al Rey, a Dios. La mujer es una posesión más.
Es el goce femenino el que interroga, el que perturba, el que pone en jaque al varón, es el que no le permite atraparla por entero, tenerla toda para él y en el film las miradas captadas por la cámara en el momento de las respuestas de ella ¡¡¡son excelentes! ¡¡¡Ellos penden de su hilo!!!
Esos hombres, que son capaces de luchas encarnizadas en el frente, con fama de valerosos, que se batirán en duelo por su honor se muestran horrorizados y aterrorizados frente a este goce otro, que les hace a algunos, -como Jean de Carrouges y Jacques Le Gris-, torpes y burdos cuando abordan una mujer… Usan su órgano como usan su espada…!! Y así, no sabrán nunca de que se trata hacer el amor a una mujer, pues se trata de poesía.
Mercedes de Francisco
Madrid 13 de febrero de 2022
1. Freud, Sigmund. “El tabú de la virginidad”. Obras completas, Tomo VII. Biblioteca Nueva, Madrid, 1986, pp. 2444 – 2453.
2. Jager, Eric. El último duelo.Ed. Ático de los libros, Barcelona, 2021.
3. Freud, Sigmund. “La organización genital infantil”. Obras completas,Tomo XIX. Amorrortu. Buenos Aires, 1992, p. 146.
4. Lacan, Jacques. El seminario, libro XX, Aún. Paidós, Buenos Aires, 2015.
5. Película "El último duelo" del director Ridley Scott, Octubre 2021
Conferencia dictada el 14-01-2022 en el ciclo de conferencias del Seminario del Campo Freudiano en Málaga 2021-22
Hoy* es difícil concentrarse y tratar el tema del Amor, incluso del amor romántico que considera la muerte como una forma sublime que permite el encuentro de los amantes más allá del tiempo y del cuerpo…Abelardo y Eloisa, Romeo y Julieta…
Las características del amor romántico se derivan del amor cortés y si buscamos el germen del que se nutre llegamos a Platón, con las distintas versiones neoplatónicas, es decir un platonismo tomado por el cristianismo y a lo que los distintos filósofos considerados románticos han tratado de dar respuesta.
Su problema fundamental era cómo hacer con las tendencias sexuales y las tendencias amorosas, tratando de entender que no son la misma cosa y que a la vez pueden estar juntas. Unos dirán que la única forma para ello es el matrimonio basado en la amistad, otros que el amor pasional tiene que estar por encima de cualquier otro amor filial o amistoso.
Lo que está en juego son las dificultades para poder hablar de un lazo entre los sexos.
La sexualidad y el amor es un tema que ha interrogado a todos los filósofos y su máximo exponente lo encontramos en el diálogo platónico sobre el amor del que somos herederos.
En este diálogo de Platón hay muchas definiciones sobre el amor. Jacques Lacan hace un inédito análisis del Banquete en el Seminario de la Transferencia, en el cual trabajará intensamente el concepto freudiano que nombra el lazo “especial” entre analizante y analista.
En él está el germen de lo que serán las marcas del amor romántico…pero en el diálogo socrático la diferencia sexual no marcará la disimetría sino la posición entre amante y amado. El amor será entonces producto de la reversibilidad de los papeles, cuando el amante pasa a ser el amado y el amado el amante. Tendremos así como ejemplo paradigmático el sacrificio que hizo Aquiles muriendo por Patroclo. Si Aquiles es “el amado”, el que tiene el agalma para el otro ¿por qué sería él, que está del lado de la abundancia, de poros, el que llegaría al sacrificio de su propia vida por el amante, al que le falta? Se extiende una mano a la rosa y de la rosa surge otra mano, linda metáfora de Lacan para nombrar esta inversión y reciprocidad.
El cristianismo, partiendo de aquí, construyó un amor sostenido en el sacrificio y vemos como de alguna manera esta marca está presente en la relación entre el amor romántico y la muerte.
El amor romántico hunde sus raíces en el platonismo y en el amor cortés. En el amor cortés la disimetría se da entre el caballero y la Dama, derivada de la diferencia de clases y lugares, es la Dama la que tiene un lugar privilegiado.
Lacan nos dice que en la Edad Media las cosas andaban mal para la mujer y es ahí donde surgió un amor que ponía en un pedestal a la Dama, que la idealizaba. El amor y la pasión por un lado y el matrimonio por otro, permitía un orden.
La herejía cátara como antecedente del amor cortés hizo que la Iglesia tomara cartas en el asunto y que lo que antes era permitido en la sexualidad estuviera prohibido a partir del IV Concilio de Letrán. Los cátaros con la idea de que en el ser humano anidaba el Mal estaban en contra de la procreación y la descendencia. Por ello, en el relato del amor cortés entre los amantes se impone la castidad, es un amor imposible porque las circunstancias no lo permiten, los cuerpos y la reproducción quedan afuera.
Mientras estuvo separado el amor del matrimonio, a la mujer se le “permitía” tener deseos y pasiones.
Algunos filósofos que se sostienen en el cristianismo o en el protestantismo intentan combatir el “vicio”, las pasiones, la sexualidad y para ello consideran el matrimonio como una salida que conjugue amor y sexualidad.
De ello se deriva el amor romántico, cuyo final feliz viene acompañado del matrimonio. A partir de mediados del XVIII y en el XIX se instala este lazo entre la unión conyugal y el amor, que a nosotros nos parece “tan natural”. Muchos reaccionaron frente a ello porque vieron en esto un problema, el matrimonio se vería librado a los vaivenes del amor y esto haría que la institución que protegía el patrimonio se viera zarandeada. Se instaló una moral donde los deseos y pasiones quedaban reservados a los “hombres”, y para las “mujeres” la inhibición y una relación con la sexualidad mas como un deber que como un deseo o una pasión…Es sujetando a la mujer como podían correr el “riesgo” de esta unión entre amor y matrimonio.
Es a partir de aquí que se instalan los conceptos de homosexualidad (1869) y heterosexualidad (1890)[1]que antes no aparecían en los discursos. Vemos surgir en el XIX una moral victoriana que sirve a los intereses patrimoniales y que pretende resolver “algo irremediablemente equivocado de la sexualidad humana”[2]
De esta rápida contextualización deducimos el impacto del descubrimiento freudiano y lo que supuso para la moral victoriana que Freud hablara de la sexualidad en los niños, de la bisexualidad y, por supuesto, de la sexualidad femenina
No podemos obviar como el falo fue una referencia privilegiada de Freud, y que su abordaje de la diferencia sexual estuvo marcado por ella. Es cierto que algunos de sus discípulos entendieron estas cuestiones por el sesgo menos verdadero y las convirtieron en una moral, así pasaron a realizar un psicoanálisis educativo cargándonos, como nos advirtió Lacan, con el fardo de la “normal genitalidad”.
Como ya hemos explicado anteriormente debemos agradecer a Freud que hubiera abierto la caja de pandora con su pregunta “¿qué quiere una mujer?” y cuando nos mostró tanto con sus casos clínicos como en su propia vida, la disarmonía que reina en el campo de lo sexual.
Lacan condujo estos interrogantes a otro lugar, al separar amor y sexualidad propiamente dicha, cuando de forma enigmática enuncia que el “amor no es cuestión de sexos” .
Referente al amor, Lacan muestra algo muy importante: que el amor es producto del lenguaje y del hecho de hablar, que es una construcción para suplir la “no relación sexual”, esto que no se puede terminar de escribir entre hombres y mujeres.
Para Lacan los esfuerzos fallidos del pensamiento occidental tienen que ver con ese intento de velar la imposible relación sexual que ha marcado la filosofía y la religión. El amor es la construcción que sirve para suplir esta imposibilidad, suplencia que nunca ha logrado ser completa.
El amor romántico es heredero, -sin olvidarnos de las diferentes transformaciones que el amor ha experimentado a lo largo de la historia-, del mito de Aristófanes que es una referencia privilegiada en Freud y que Lacan ubica del lado de la pulsión de muerte. Este intento de hacer de dos uno es la cara de la muerte.
En las distintas versiones de este amor se trata de la “armonía” y la “imposibilidad de ella”. Un ideal que como es inalcanzable, acude a Dios o incluso a la eternidad para lograrse.
Lacan dice que lo que nos queda de este amor se da en la sala oscura del cine. El cine y la publicidad de los años 60 son el espejo privilegiado del estallido del consumo capitalista. El cine empieza a marcar con sus estereotipos nuestro amor que estará cada vez más afectado por el discurso que sostiene al capital. Lacan habló en los años 69/70 de cuatro discursos que organizaban el lazo social y, más adelante, de un quinto que sería más bien un “antidiscurso” porque rompe con el lazo con el otro al dejar de lado la imposibilidad y transmitir que todo es posible y está a nuestro alcance.
La inédita fórmula que alumbra Lacan de la imposibilidad de la relación sexual y del amor como la suplencia que nos asiste y sostiene el lazo con el semejante, le lleva a hacer una distinción fundamental entre tener un cuerpo y el “ser de goce”. Nacemos con un cuerpo que ya antes de la cuna es un polo de atributos y expectativas, -His Majesty de Baby lo nombró Freud- pero nuestro ser de goce no mantiene correlato alguno a la imagen del cuerpo.
Tener un cuerpo no es fácil ni para el que es portador del órgano fálico, ni para la que nace privada de este objeto. Tanto para el hombre como para la mujer sus cuerpos pueden ser rechazados y transformados según las estéticas imperantes y también -como no- mutilarlos con la connivencia de la ciencia.
Nuestro sinthoma singular, único e incurable, marcará nuestra existencia y habita en la morada del cuerpo que es, al mismo tiempo, tanto el primer objeto de la libido, como aquello que siendo lo más íntimo nos es extranjero en su extrañeza.
Lacan habla del hombre y de la mujer, sin aplastarlos con el género gramatical en tanto que la anatomía no forzosamente coincide con la posición sexuada A esta disarmonía entre el peso de lo anatómica y la posición sexuada Lacan lo nombró como “carta de almor”, jugando con la palabra amor y alma, y dijo que se trata en general de una cuestión “hommo” para todos y todas, algo de lo mismo y de lo fálico, que está conectado a la misma estructura del lenguaje. Es por ello que la diferencia de posición y de lógica vendrán del lado mujer, sin que esto quiera decir que las que nos consideramos tales estemos en ese lado de la fórmula. Porque esta lógica es la que horada el lenguaje, la que lo agujerea, la que plantea que no-todo se puede decir, la que responde a un goce que no es parcial como el fálico.
Como decíamos, ya en el cine de los años 50 vemos como al capitalismo le ha venido perfecto el tipo de amor que llamaba a hacer de dos, uno. Sobre este presupuesto de fusión amorosa la publicidad promete la felicidad y la pareja perfecta si se compra un refresco, si se tiene un coche, si se hace un viaje, etc…y si esto falla también te oferta la alternativa tecnológica que lo resuelva. Se trata de hacer un perfil psicológico y buscar a alguien que te complemente, que se te parezca y así borrar las diferencias. En la serie cómica de televisión estadounidense “Modern family”, nos presentan parejas no “tradicionales”: dos gays que adoptan una niña, un hombre de edad con una joven-hispana, una pareja más tradicional pero que tienen hijos frikis, y al final todos se llevan bien y todo va sobre ruedas en el sueño americano. De moderna tiene poco, más bien es el ideal romántico de los años 50 adaptado a los nuevos tiempos, vendiendo felicidad pero nada de imposibilidad. ¿Qué país, qué nación, no querría importar esta forma de vida que nos promete el principio del placer absoluto?
Nuestros cuerpos y nuestras pasiones, han entrado en el mundo de la mercancía…y no se trata de una nueva concepción del amor por un cambio de paradigma, sino de su aniquilación. No defendemos, nostálgicamente, el amor romántico al contrario queremos mostrar que en un tiempo donde nada es imposible, el amor, -como suplencia de esta imposibilidad-, no tiene razón de ser.
Lo que sostiene la imposibilidad es la diferencia que introduce la lógica del no-todo, que es efecto de la existencia del cuerpo de la mujer en el mundo, ese cuerpo hecho de un trazo alrededor de un vacío, que no logramos nombrar, totalizar, hacerlo todo nuestro, que nos enfrenta a un goce diferente y no complementario, que desbarata la ficción fecunda a la vez que ingenua del “orgasmo compartido”.
Para Lacan en la sexualidad no hay una nueva perversión que inventar. Ya Freud nos habló de la sexualidad del niño como polimorfa perversa, y ya no hay nada nuevo aunque ahora quieran hacernos creer que sí, a través del uso de los artilugios que propone el mercado que son sucedáneos del órgano.
Si algo nuevo es posible será en referencia al amor, un amor sostenido en esta imposibilidad, en el poema que uno puede escribir de su propia existencia como respuesta a esa diferencia que introduce el cuerpo de la mujer en el mundo.
Esto no será más fácil para las que nos consideremos mujeres, porque podemos hacer de hombre incluso más ferozmente que ellos.
El desarrollo del capitalismo, que lleva la marca de Tánatos allí por donde pasa, se sostiene en un rechazo fundamental a este no-todo del que venimos hablando. La globalización es el nombre moderno del “todo” frente al que nos encontraremos.
En nuestras democracias que se pretenden defensoras de los derechos humanos y de la igualdad de los sexos, veremos proliferar el rechazo al cuerpo de la mujer en sus distintas formas, una de ellas es la del subdesarrollo que el capitalismo conlleva[3]y cuyas principales víctimas son las mujeres y los niños. Frente al capitalismo la única alternativa es aceptar el amplio campo de las diferencias, así como tener en cuenta la imposibilidad que nos permite hacer de las categorías de lo contingente y lo posible algo distinto de la repetición.
Mercedes de Francisco
[1]Quignard, P. El sexo y el espanto.Editorial Minúscula, S.L. Barcelon 2014
[2]Lacan, Jacques.Discurso a los Católicos, Paidós Ibérica, Bs. As. 2005
[3]Lacan, J, El Seminario, Libro 18, De un discurso que no fuera del semblante, Paidós, Bs. As. 2006. Pág. 36
Conferencia dictada el 16 de noviembre 2015 dentro del ciclo ¿Qué hay detrás del amor? Critica al pensamiento amoroso, identidad y reproducción social. Organizado por Nociones Comunes de Librería Traficantes de Sueños. (C/Duque de Alba 13. Madrid)
Texto publicado en mi libro En femenino singular. Editorial Grama. 2016
El amor no es un tema nuevo, pues en cada momento de la historia adquiere diferentes formas y responde a distintos paradigmas, aunque, por otro lado, mantiene algo constante, algo que insiste. Desde los famosos diálogos platónicos muchos ríos de tinta han corrido para tratar de saber ¿qué es el amor? Sin tener aún respuestas definitivas a esta pregunta, hoy asistimos a otra vuelta de tuerca sobre este enigma, ya que el nuevo paisaje tecnológico en que andamos a tientas, añade nuevas e inquietantes variables a una ecuación que no podría ser más desigual. Nuestro grupo se propone, con toda humildad, explorar esta selva oscura de los sentimientos, con la creación de un “Observatorio del amor” que detecte, en la medida de lo posible, el rumbo que hoy en día toman la experiencia y la idea del amor.
Uno de los aspectos más inquietantes de las nuevas formas de amar es la diferencia que aflora en la demanda y las expectativas sobre el amor (en la relación de cada uno consigo mismo y con el otro): la dificultad de encontrar visiones compartidas, que tantas veces desemboca en incomprensión y violencia, parece indicar que mujeres y hombres viven de manera profundamente distinta el amor. Después de la jornada que ya dedicamos en 2021 al sentimiento del amor en abstracto y en general, nos proponemos ahora verificar la especificidad genérica del amor, empezando por el universo femenino, que será ilustrado y debatido en una nueva jornada.
DEBATE ONLINE A TRAVÉS DE ZOOM - Los inscritos tendrán acceso a la grabación del evento.
INSCRIPCIÓN
️ PROGRAMA
6 de mayo 18:00 h - Experiencias en diálogo
• Marisa Álvarez "Lo que cambia y lo que no cambia en el amor"
• Carolina Bertaggia "Amar / ser amada : Conocer / ser conocida"
• Carolina Meloni "Atra-besada: de amores y querencias germinadores de mundo"
• Mireia Varela Rodríguez "Amor, no te llame amor el que no te corresponde"
19:00 h - Coloquio con el público
Moderadores: Mercedes de Francisco y Raffaele Pinto
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• Marisa Álvarez "Lo que cambia y lo que no cambia en el amor"
• Carolina Bertaggia "Amar / ser amada : Conocer / ser conocida"
• Carolina Meloni "Atra-besada: de amores y querencias germinadores de mundo"
• Mireia Varela Rodríguez "Amor, no te llame amor el que no te corresponde"
Moderadores: Mercedes de Francisco y Raffaele Pinto
El artículo "La Dorotea de Lope de Vega y Carpio" es mi aportación
a este libro en homenaje a Jacques Lacan que acaba de ser publicado
por Grama Ediciones
Encuentro propiciado por Veronica Hernández y Carlos Varela desde la Cátedra freudiana y lacaniana Sinaloense. Una estupenda jornada de trabajo con los amigos mexicanos
Al inicio del 2020 comenzó lo que luego supuso una pandemia a nivel mundial provocada por el virus del Covid 19. A pesar de que estamos en el Siglo XXI nos hemos encontrado que todo nuestro “aparente” progreso científico no ha servido para tratar la pandemia de otra forma que como la de otras pestes a lo largo de la historia, con el “confinamiento”. Confirmamos así lo que Freud nos advierte sobre el progreso.
Esto inmediatamente afectó a nuestra práctica que necesita del movimiento de los cuerpos para realizarse, aunque también nos enfrentó a la pregunta ¿qué hacer, con los medios que la técnica pone a nuestro alcance para poder mantener las sesiones por video o telefónicas, pues el confinamiento se suponía largo? Se mostraba en acto que no somos extraterritoriales. Como cualquier otra actividad no vinculada a cubrir las necesidades esenciales para la vida, la nuestra se suspendía si no se optaba por la via telemática. Al mismo tiempo asistíamos al relato incesante de las cifras siniestras de las muertes por Covid.
Mi primera respuesta frente a este acontecimiento imprevisto, aunque anunciado por los científicos y la ciencia ficción, fue ofrecer a los analizantes la posibilidad de seguir su trabajo analítico con los medios de que se disponía. En una situación donde el movimiento, la presencia, y el encuentro de los cuerpos estaba tan afectado me parecía importante al menos mantener el lazo y “cierta presencia”, vía la imagen virtual y la voz, para que el trabajo de la transferencia siguiera. Y junto a los colegas me volqué en el estudio a través de carteles de la ELP del CF y espacios de la Sede de Madrid. Fue un descubrimiento para mí comprobar que muchos colegas sobre todo en Latinoamérica ya tenían la experiencia de realizar en ocasiones práctica telemática.
Se puso en cuestión el saber adquirido, mi posición siempre fue contraria a la idea de la practica virtual, consideraba que la presencia de los cuerpos en la sesión era insustituible. Y, sin embargo, no tuve ninguna duda en usar estos gadgets que nos aporta la tecno-ciencia frente a lo que intuía iba a ser largo y complejo. Pero es evidente que necesitaba hacer un nuevo recorrido por esos conceptos que la situación actual ponía sobre el tapete y tratarlos desde esta perspectiva.
No solamente la idea de la presencia del analista se tambaleó, sino también la concepción del cuerpo. Era necesario dejarse enseñar por lo que ocurría en esos encuentros y lo que está ocurriendo con la vuelta a la cita presencial en las consultas. Mi pregunta es: ¿la práctica analítica en los tres meses de confinamiento se puede considerar de pleno derecho? La respuesta a esta pregunta no es del orden de lo universal, pero puedo afirmar que los analizantes han trabajado y han surgido cuestiones fundamentales para la dirección de sus curas, que se han visto mantenidas en la vuelta a la consulta.
En ningún momento he imaginado un escenario donde la presencia de los cuerpos en un mismo espacio fuera a desaparecer, esto me produce verdaderos escalofríos y prefiero no considerar el futuro como “apocalíptico”. Creo que irónicamente Lacan en La Tercera[1]llega a plantear que sería un éxito para el hombre, y más concretamente para el científico, acabar con la vida en el planeta, pero que por otro lado lo ve incapaz de llegar a tan alto logro. Desde luego prefiero que el hombre fracase en esta realización de la pulsión de muerte que siempre acecha, aunque no podemos negar que estamos asistiendo a unos momentos “delicados” en este sentido.
Hemos experimentado con claridad que para sobrevivir necesitamos los cuerpos de los otros, aunque sabemos que la tecno-ciencia en su desaforado avance, intenta sustituir por robots esos cuerpos. Pero no cuenta con la angustia del sujeto de ser portador de un cuerpo que, en absoluta soledad, moriría de pena o de locura.
“Hay un cuerpo de lo imaginario, un cuerpo de lo simbólico y un cuerpo de lo real” nos dice Lacan en su clase del 16 de noviembre de 1976[2]. El cuerpo Lacan lo ubica, como consistencia en el registro de lo imaginario, desde el punto de vista simbólico se pone en juego la alternancia presencia-ausencia, y en su aspecto más real, se trata de lo vivo casi en un estado puro que podemos considerar como ese “trozo de carne arrojado al mundo”. Es justamente en el Seminario XXIV[3], dictado unos años más tarde que el texto de la Tercera, donde Lacan tratando de construir una trenza de cuatro cordeles, afirma que lo más lejano a lo real es lo simbólico y lo más cercano lo Imaginario y ubica al Sinthoma entre Imaginario y Simbólico. Es un tema difícil y para seguir investigando, pero no hay manera de referirnos al nudo borromeo si no existiese un cuerpo sexuado, hablante y mortal. Es ese cuerpo que portamos, extranjero para nosotros mismos y que está afectado por estas tres dimensiones y el sinthoma que lo anuda.
El vehículo de la presencia del analista, es su propio cuerpo, y según los tironeos del nudo que se vayan produciendo en los distintos momentos del análisis aparecerá más anudada dicha presencia a un registro o a otro.
En mi recorrido analítico, hubo un día que la analista se olvidó de mí en la sala de espera y me encontré con una ausencia que me llevó a experimentar una angustia máxima por “quedar reducida a mi propio cuerpo”. La presencia de la analista se puso en juego por la alternancia simbólica presencia-ausencia, pero del lado del analizante algo de lo real insoportable se experimentó y solamente la afirmación que me vino en ese momento de que el Otro “es un inconsciente” y te deja caer, me socorrió. Justamente la tachadura del Otro me dio coraje y produjo en mí un primer momento de separación. Cuando después de horas me presenté en la sala de espera sin cita y me hizo pasar a mi sesión, la analista apuntaba con sus intervenciones a mi implicación en lo ocurrido y mi respuesta fue clara… “usted se olvidó y ya está, y yo no tengo nada que ver en eso”.
En este pequeño fragmento personal, se constata claramente que solamente sabremos de nuestros actos y decisiones por sus consecuencias. Una serie de contingencias se dieron en ese momento para que esto sucediera. Nuestro deber ético como analistas es estar dispuestos a afrontar una y otra vez estas contingencias.
Más que nunca la política del psicoanálisis y su orientación están en juego y nos toca a uno por uno sostener nuestras decisiones y sus consecuencias. Considero este momento único para poner en acto la afirmación de Lacan de “pasar del padre sirviéndose de él”. Nos serviremos de Freud, nos serviremos de Lacan, pero dando la respuesta singular a lo que “nos ha tocado en suerte”.
Quisiera terminar con esta afirmación de Jacques Lacan en la Tercera, a la que soy afín: “el porvenir del psicoanálisis es algo que depende de lo que advendrá de ese real, a saber, depende, por ejemplo, de que los gadgets verdaderamente se nos impongan, de que verdaderamente lleguemos nosotros mismos a estar animados por los gadgets. Debo decir que esto me parece poco probable. No lograremos hacer que el gadget no sea un síntoma, porque por ahora lo es de la manera más obvia.”
En cada formulación de Lacan encuentro algún mensaje cifrado dirigido hacia los psicoanalistas. En el “no lograremos” nos muestra que podemos querer transitar el camino del “logro” y no del fracaso que conlleva el síntoma. ¡Seguimos en el desafío de apostar por el síntoma!
Mercedes de Francisco
12 de julio de 2020
[1]LACAN, J. Intervenciones y textos 2. La Tercera. 1974. Editorial Manantial. Buenos Aires 1988
[2]LACAN, J. Seminario XXIV.“Lo no sabido que sabe de la una-equivocación se ampara en la morra” 1976-1977. Inédito
[3]Ibidem.
Sobre mí

Mercedes de Francisco
Psicoanalista
Mercedes de Francisco Vila es psicoanalista, AME de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano en España y miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Docente del NUCEP y del Instituto del Campo Freudiano. Co-coordinadora del NUCEP y co-coordinadora del Instituto del Campo Freudiano en España. Fue Presidenta de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano en España en el periodo 2000/2002. Ha impartido múltiples seminarios y conferencias, y ha publicado numerosos artículos en distintos libros, revistas y medios digitales. Autora del libro Un nuevo amor editado por Grama Ediciones, Buenos Aires, 2012 y del libro En Femenino Singular editado por Grama Ediciones, Buenos Aires, 2016.
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