Construcción y deconstrucción del amor Romántico





Hoy* es difícil concentrarse y tratar el tema del Amor, incluso del amor romántico que considera la muerte como una forma sublime que permite el encuentro de los amantes más allá del tiempo y del cuerpo…Abelardo y Eloisa, Romeo y Julieta…

Las características del amor romántico se derivan del amor cortés y si buscamos el germen del que se nutre llegamos a Platón, con las distintas versiones neoplatónicas, es decir un platonismo tomado por el cristianismo y a lo que los distintos filósofos considerados románticos han tratado de dar respuesta.

Su problema fundamental era cómo hacer con las tendencias sexuales y las tendencias amorosas, tratando de entender que no son la misma cosa y que a la vez pueden estar juntas. Unos dirán que la única forma para ello es el matrimonio basado en la amistad, otros que el amor pasional tiene que estar por encima de cualquier otro amor filial o amistoso.

Lo que está en juego son las dificultades para poder hablar de un lazo entre los sexos.

La sexualidad y el amor es un tema que ha interrogado a todos los filósofos y su máximo exponente lo encontramos en el diálogo platónico sobre el amor del que somos herederos.

En este diálogo de Platón hay muchas definiciones sobre el amor. Jacques Lacan hace un inédito análisis del Banquete en el Seminario de la Transferencia, en el cual trabajará intensamente el concepto freudiano que nombra el lazo “especial” entre analizante y analista.

En él está el germen de lo que serán las marcas del amor romántico…pero en el diálogo socrático la diferencia sexual no marcará la disimetría sino la posición entre amante y amado. El amor será entonces producto de la reversibilidad de los papeles, cuando el amante pasa a ser el amado y el amado el amante. Tendremos así como ejemplo paradigmático el sacrificio que hizo Aquiles muriendo por Patroclo. Si Aquiles es “el amado”, el que tiene el agalma para el otro ¿por qué sería él, que está del lado de la abundancia, de poros, el que llegaría al sacrificio de su propia vida por el amante, al que le falta? Se extiende una mano a la rosa y de la rosa surge otra mano, linda metáfora de Lacan para nombrar esta inversión y reciprocidad.

El cristianismo, partiendo de aquí, construyó un amor sostenido en el sacrificio y vemos como de alguna manera esta marca está presente en la relación entre el amor romántico y la muerte.

El amor romántico hunde sus raíces en el platonismo y en el amor cortés. En el amor cortés la disimetría se da entre el caballero y la Dama, derivada de la diferencia de clases y lugares, es la Dama la que tiene un lugar privilegiado.

Lacan nos dice que en la Edad Media las cosas andaban mal para la mujer y es ahí donde surgió un amor que ponía en un pedestal a la Dama, que la idealizaba. El amor y la pasión por un lado y el matrimonio por otro, permitía un orden.

La herejía cátara como antecedente del amor cortés hizo que la Iglesia tomara cartas en el asunto y que lo que antes era permitido en la sexualidad estuviera prohibido a partir del IV Concilio de Letrán. Los cátaros con la idea de que en el ser humano anidaba el Mal estaban en contra de la procreación y la descendencia. Por ello, en el relato del amor cortés entre los amantes se impone la castidad, es un amor imposible porque las circunstancias no lo permiten, los cuerpos y la reproducción quedan afuera.

Mientras estuvo separado el amor del matrimonio, a la mujer se le “permitía” tener deseos y pasiones.

Algunos filósofos que se sostienen en el cristianismo o en el protestantismo intentan combatir el “vicio”, las pasiones, la sexualidad y para ello consideran el matrimonio como una salida que conjugue amor y sexualidad.

De ello se deriva el amor romántico, cuyo final feliz viene acompañado del matrimonio. A partir de mediados del XVIII y en el XIX se instala este lazo entre la unión conyugal y el amor, que a nosotros nos parece “tan natural”. Muchos reaccionaron frente a ello porque vieron en esto un problema, el matrimonio se vería librado a los vaivenes del amor y esto haría que la institución que protegía el patrimonio se viera zarandeada. Se instaló una moral donde los deseos y pasiones quedaban reservados a los “hombres”, y para las “mujeres” la inhibición y una relación con la sexualidad mas como un deber que como un deseo o una pasión…Es sujetando a la mujer como podían correr el “riesgo” de esta unión entre amor y matrimonio.

Es a partir de aquí que se instalan los conceptos de homosexualidad (1869) y heterosexualidad (1890)[1]que antes no aparecían en los discursos. Vemos surgir en el XIX una moral victoriana que sirve a los intereses patrimoniales y que pretende resolver “algo irremediablemente equivocado de la sexualidad humana”[2]

De esta rápida contextualización deducimos el impacto del descubrimiento freudiano y lo que supuso para la moral victoriana que Freud hablara de la sexualidad en los niños, de la bisexualidad y, por supuesto, de la sexualidad femenina

No podemos obviar como el falo fue una referencia privilegiada de Freud, y que su abordaje de la diferencia sexual estuvo marcado por ella. Es cierto que algunos de sus discípulos entendieron estas cuestiones por el sesgo menos verdadero y las convirtieron en una moral, así pasaron a realizar un psicoanálisis educativo cargándonos, como nos advirtió Lacan, con el fardo de la “normal genitalidad”.

Como ya hemos explicado anteriormente debemos agradecer a Freud que hubiera abierto la caja de pandora con su pregunta “¿qué quiere una mujer?” y cuando nos mostró tanto con sus casos clínicos como en su propia vida, la disarmonía que reina en el campo de lo sexual.

Lacan condujo estos interrogantes a otro lugar, al separar amor y sexualidad propiamente dicha, cuando de forma enigmática enuncia que el “amor no es cuestión de sexos” .

Referente al amor, Lacan muestra algo muy importante: que el amor es producto del lenguaje y del hecho de hablar, que es una construcción para suplir la “no relación sexual”, esto que no se puede terminar de escribir entre hombres y mujeres.

Para Lacan los esfuerzos fallidos del pensamiento occidental tienen que ver con ese intento de velar la imposible relación sexual que ha marcado la filosofía y la religión. El amor es la construcción que sirve para suplir esta imposibilidad, suplencia que nunca ha logrado ser completa.

El amor romántico es heredero, -sin olvidarnos de las diferentes transformaciones que el amor ha experimentado a lo largo de la historia-, del mito de Aristófanes que es una referencia privilegiada en Freud y que Lacan ubica del lado de la pulsión de muerte. Este intento de hacer de dos uno es la cara de la muerte.

En las distintas versiones de este amor se trata de la “armonía” y la “imposibilidad de ella”. Un ideal que como es inalcanzable, acude a Dios o incluso a la eternidad para lograrse.

Lacan dice que lo que nos queda de este amor se da en la sala oscura del cine. El cine y la publicidad de los años 60 son el espejo privilegiado del estallido del consumo capitalista. El cine empieza a marcar con sus estereotipos nuestro amor que estará cada vez más afectado por el discurso que sostiene al capital. Lacan habló en los años 69/70 de cuatro discursos que organizaban el lazo social y, más adelante, de un quinto que sería más bien un “antidiscurso” porque rompe con el lazo con el otro al dejar de lado la imposibilidad y transmitir que todo es posible y está a nuestro alcance.

La inédita fórmula que alumbra Lacan de la imposibilidad de la relación sexual y del amor como la suplencia que nos asiste y sostiene el lazo con el semejante, le lleva a hacer una distinción fundamental entre tener un cuerpo y el “ser de goce”. Nacemos con un cuerpo que ya antes de la cuna es un polo de atributos y expectativas, -His Majesty de Baby lo nombró Freud- pero nuestro ser de goce no mantiene correlato alguno a la imagen del cuerpo.

Tener un cuerpo no es fácil ni para el que es portador del órgano fálico, ni para la que nace privada de este objeto. Tanto para el hombre como para la mujer sus cuerpos pueden ser rechazados y transformados según las estéticas imperantes y también -como no- mutilarlos con la connivencia de la ciencia.

Nuestro sinthoma singular, único e incurable, marcará nuestra existencia y habita en la morada del cuerpo que es, al mismo tiempo, tanto el primer objeto de la libido, como aquello que siendo lo más íntimo nos es extranjero en su extrañeza.

Lacan habla del hombre y de la mujer, sin aplastarlos con el género gramatical en tanto que la anatomía no forzosamente coincide con la posición sexuada A esta disarmonía entre el peso de lo anatómica y la posición sexuada Lacan lo nombró como “carta de almor”, jugando con la palabra amor y alma, y dijo que se trata en general de una cuestión “hommo” para todos y todas, algo de lo mismo y de lo fálico, que está conectado a la misma estructura del lenguaje. Es por ello que la diferencia de posición y de lógica vendrán del lado mujer, sin que esto quiera decir que las que nos consideramos tales estemos en ese lado de la fórmula. Porque esta lógica es la que horada el lenguaje, la que lo agujerea, la que plantea que no-todo se puede decir, la que responde a un goce que no es parcial como el fálico.

Como decíamos, ya en el cine de los años 50 vemos como al capitalismo le ha venido perfecto el tipo de amor que llamaba a hacer de dos, uno. Sobre este presupuesto de fusión amorosa la publicidad promete la felicidad y la pareja perfecta si se compra un refresco, si se tiene un coche, si se hace un viaje, etc…y si esto falla también te oferta la alternativa tecnológica que lo resuelva. Se trata de hacer un perfil psicológico y buscar a alguien que te complemente, que se te parezca y así borrar las diferencias. En la serie cómica de televisión estadounidense “Modern family”, nos presentan parejas no “tradicionales”: dos gays que adoptan una niña, un hombre de edad con una joven-hispana, una pareja más tradicional pero que tienen hijos frikis, y al final todos se llevan bien y todo va sobre ruedas en el sueño americano. De moderna tiene poco, más bien es el ideal romántico de los años 50 adaptado a los nuevos tiempos, vendiendo felicidad pero nada de imposibilidad. ¿Qué país, qué nación, no querría importar esta forma de vida que nos promete el principio del placer absoluto?

Nuestros cuerpos y nuestras pasiones, han entrado en el mundo de la mercancía…y no se trata de una nueva concepción del amor por un cambio de paradigma, sino de su aniquilación. No defendemos, nostálgicamente, el amor romántico al contrario queremos mostrar que en un tiempo donde nada es imposible, el amor, -como suplencia de esta imposibilidad-, no tiene razón de ser.

Lo que sostiene la imposibilidad es la diferencia que introduce la lógica del no-todo, que es efecto de la existencia del cuerpo de la mujer en el mundo, ese cuerpo hecho de un trazo alrededor de un vacío, que no logramos nombrar, totalizar, hacerlo todo nuestro, que nos enfrenta a un goce diferente y no complementario, que desbarata la ficción fecunda a la vez que ingenua del “orgasmo compartido”.

Para Lacan en la sexualidad no hay una nueva perversión que inventar. Ya Freud nos habló de la sexualidad del niño como polimorfa perversa, y ya no hay nada nuevo aunque ahora quieran hacernos creer que sí, a través del uso de los artilugios que propone el mercado que son sucedáneos del órgano.

Si algo nuevo es posible será en referencia al amor, un amor sostenido en esta imposibilidad, en el poema que uno puede escribir de su propia existencia como respuesta a esa diferencia que introduce el cuerpo de la mujer en el mundo.

Esto no será más fácil para las que nos consideremos mujeres, porque podemos hacer de hombre incluso más ferozmente que ellos.

El desarrollo del capitalismo, que lleva la marca de Tánatos allí por donde pasa, se sostiene en un rechazo fundamental a este no-todo del que venimos hablando. La globalización es el nombre moderno del “todo” frente al que nos encontraremos.

En nuestras democracias que se pretenden defensoras de los derechos humanos y de la igualdad de los sexos, veremos proliferar el rechazo al cuerpo de la mujer en sus distintas formas, una de ellas es la del subdesarrollo que el capitalismo conlleva[3]y cuyas principales víctimas son las mujeres y los niños. Frente al capitalismo la única alternativa es aceptar el amplio campo de las diferencias, así como tener en cuenta la imposibilidad que nos permite hacer de las categorías de lo contingente y lo posible algo distinto de la repetición.


Mercedes de Francisco


[1]Quignard, P. El sexo y el espanto.Editorial Minúscula, S.L. Barcelon 2014
[2]Lacan, Jacques.Discurso a los Católicos, Paidós Ibérica, Bs. As. 2005
[3]Lacan, J, El Seminario, Libro 18, De un discurso que no fuera del semblante, Paidós, Bs. As. 2006. Pág. 36



Conferencia dictada el 16 de noviembre 2015 dentro del ciclo ¿Qué hay detrás del amor? Critica al pensamiento amoroso, identidad y reproducción social. Organizado por Nociones Comunes de Librería Traficantes de Sueños. (C/Duque de Alba 13. Madrid)
Texto publicado en mi  libro En femenino singular. Editorial Grama. 2016