Blue Jasmine. De mentiras y verdades

 

Los psicoanalistas lacanianos hablamos del cortante filo de la verdad freudiana, filo porque corta, incomoda y pone en cuestión la idea de verdad y de mentira. Verdad y mentira se entrelazan hasta el extremo de considerar que diciendo la verdad podemos estar engañando y mintiendo decir la verdad. Es así como mentira y verdad se descompletan mutuamente, la verdad solamente puede decirse a medias y es hermana del goce. Lacan, en los últimos años de su enseñanza construyó un neologismo con la palabra verdad y variedad, en francés, para mostrarnos que la verdad está sometida a la variación y "pobre del que de ella se fía". Con el tiempo, abandonará a la verdad como brújula pues es engañosa, se dice a medias y se orientará por lo real que no engaña.

Tres registros en Lacan conforman al ser que habla: Imaginario, Simbólico y Real. Tres registros que se anudan borromeanamente y que cuando se desanudan el sujeto se tambalea.

Es por ello, que me permitiré dar un salto a la hora de abordar y analizar esta interesante película.

Woody Allen aborda este tema en películas cumbres de su filmografía, desde Secretos y Mentiras, pasando por Match Point, y ahora Blue Jasmine; es una serie que avanza hasta el punto de mostrarnos en este caso a una mujer a la deriva, afectada por lo que llamará “colapso nervioso”. Si en los dos primeros films, la cuestión de la ética la encontrábamos en primer plano, en este caso se trata de otra cosa.

No digo que la posible decisión ética del sujeto no esté presente, pero es el derrumbe de Jasmine lo que me parece que Woody Allen quiere poner en primer plano.

Tenemos un guión no muy extenso, con escogidas frases de los personajes, pero con esos pocos datos que nos aporta podemos encontrar las claves de esas dos mujeres, esas dos hermanas.

Considero un hallazgo que Woody Allen haya optado, para mostrarnos a Jasmine, usar el contrapunto de la hermana y no podemos dejar de evocar a “un tranvía llamado deseo”.

Haré un análisis del personaje de Jasmine, pues considero que no solamente es la protagonista sino que el eje de la película es la tristeza de Jasmine, magníficamente interpretada por Cate Blanchett.

Que Jasmine miente y se miente, es evidente, que su manera de existencia ha estado marcada por “un mirar para otro lado” como dice su hermana Ginger, no cabe duda, pero esto no es lo mas relevante. O diremos mejor que esta vida de mentiras y de falsos brillos son efecto de otra cosa, de la dificultad para sostenerse como ser hablante.

Ya en la primera escena, Allen nos presenta a Jasmine desangrándose en esa hemorragia de palabras, -a la vez que no puede parar de beber-, con las que aturde a su compañera de asiento en el avión. “Balbuceaba sobre su vida” nos dice dicha señora. Magnífica elección la palabra balbucear, que es lo que hacen los niños antes de acceder a la palabra que servirá para hacer lazo con el semejante. En este embrollo de palabras Jasmine se pierde. A cada momento vemos cómo le falta la respiración, cómo su cuerpo se ve afectado por una angustia y descontrol imposible de parar, cualquier otro le sirve para ello, incluso aunque no haya ningún otro, habla sola; como se supone que le ocurrió cuando tuvo el llamado “colapso nervioso”, y también en la fiesta a la que acude con su hermana.

Parece que va a intentar recomponer a esa “muñeca rota”, a través del estudio perdido, y que ella nombra en varias ocasiones: “convertirme en algo sustancial”. Sin duda se trata de una mujer con problemas con la consistencia, pero, a veces podemos incurrir en el error de considerar la consistencia referida a los recursos simbólicos cuando en realidad se trata del registro imaginario. Jasmine, incurre en ese error cuando pretende, a través de la vuelta al estudio, darse la consistencia de la que carece. Y es evidente, que esta vía no le sirve, y se le desmorona en cuanto aparece algo de ese hombre, el dentista, que le muestra su deseo pero que para ella no cumple ninguno de los requisitos imaginarios para darse a sí misma dicha sustancia.

Hasta el nombre propio se imaginariza, pues Jasmine es el nombre glamuroso elegido por ella, frente a Jeanette el real, el que el Otro le dio.

Dos hermanas adoptadas, que tiene su importancia como metáfora de lo que para cada ser parlante supone la venida al mundo. Considerarlas desde un punto de vista psicológico, donde el hecho de la adopción implicaría un efecto ya determinado es desorientarse con lo que realmente está en juego.

Creo no equivocarme en entender este dato biográfico como metafórico, incluso casi al final de la película Jasmine enfadada le dice a Ginger que ella achaca todo a los genes. Pues Ginger explica la predilección de la madre por Jasmine debido a que tenía mejores genes, cuando en realidad se deja entrever que se trata de un eufemismo ya que Jasmine es la agraciada y Ginger no lo es.

Jasmine, aleja a su hermana de su vida pues representa lo que ella no puede alcanzar. Ginger siendo la “no elegida por la madre”, la que se fue de la casa en cuanto pudo, la que se conforma con hombres sin los oropeles del éxito y del dinero, hombres honestos y trabajadores pero sin la elegancia y prestancia que da una determinada clase social, puede forjar un lazo de amor más real. No recubre con los brillos de la opulencia, la imposibilidad de la relación entre los sexos. Ha podido tener hijos y después de su ruptura matrimonial, en la que Jasmine participó activamente, ha podido encontrar un hombre que la ama y al que ama.

Es interesante ver cómo cuando Ginger se deja arrastrar por Jasmine se desorienta y pierde pie con respecto a su vida. Con su primer marido le cuesta el divorcio y con el segundo hombre casi la separación. Cuando se reconcilia con Cindi, hay un diálogo magnífico en su sencillez, cuando él le dice casi te pierdo, ella le responde, tú no me perdiste, fui yo la que casi te perdí a ti. Se trata de un amor como suplencia de la no complementariedad de los sexos, un amor que deja entrever este real de la diferencia sexual que no se recubre ni con la palabra, ni con la imagen.

En el caso de Ginger, su existencia no depende tan brutalmente de un hombre como la de Jasmine. Para Jasmine, sin embargo, si no está al lado ese hombre que la sostenía permanentemente con determinados semblantes, su cuerpo y su existencia se desmoronan estrepitosamente.

Ginger se desorienta con Jasmine, pero la duda que Ginger introduce en Jasmine con respecto a “su vida feliz de cuento”, cuando le advierte de manera velada sobre la infidelidad del marido, o más bien sobre la posibilidad de que otra se lo arrebate, es el comienzo de la catástrofe.

Jasmine, en una salida desesperada, encuentra a este segundo hombre que cumple parte de estos requisitos y donde ella puede jugar con una “falsa existencia” hecha a la medida de él, que la aleje de esa otra especular que es para ella su hermana y frente a la cual ella no tiene forma de sostener su existencia.

La lista de reproches que le hace a su hermana por los hombres que elige, tienen que ver con este falso “ser” que ella se da a través de ellos. Su pasaje al acto que desencadena la catástrofe y que le hace perder a lo que quizás tuvo de más real, su hijastro, se provoca en el momento en el que su marido le dice que ama a otra mujer y que se irá con ella. Una oper cualquiera, una como la hermana, sin especiales atributos.

En varios momentos Jasmine le dice a Ginger, no piensas que puedes conseguir algún hombre mejor que te saque de este “agujero”. Salir de ese agujero por el que Jasmine “desaparece”, es para ella una necesidad para no caer en ese estado de marasmo corporal y subjetivo que la deja sin respiración; pero la salida que ha encontrado es endeble y pende de un hilo. Quizás en otras épocas, a mujeres con esta misma problemática este arreglo podía valerles pues al ser el matrimonio para siempre esto se mantenía. Es evidente que en esta época no.

Como decíamos al principio, que Jasmine viva entre mentiras no es lo fundamental para entender su locura. El anudamiento de los tres registros, Imaginario, Simbólico y Real, ha fallado. Al preponderar el registro Imaginario para darse consistencia el sujeto forja un lazo amoroso de una fragilidad extrema que se desanuda dejando a Jasmine en el estado que ella describe, “antes sabía las palabras, ahora son un revoltijo”. Cuando la desenmascara el segundo hombre no tiene forma de explicar su mentira.

La imagen y las palabras no le sirven de sostén y ella queda a la deriva en una pura errancia del cuerpo y de las palabras.

Es una excelente película que muestra cómo guiándonos por el eje verdad-mentira, que se sostiene fundamentalmente en lo simbólico, no nos permitiría dar cuenta de lo que “realmente” está en juego.

Mercedes de Francisco

Publicado en el Libro “En femenino singular”.