Intervención de Mercedes de Francisco.
Buenas tardes a todos, muchas gracias por la invitación Jorge, y por la compañía. Siento perderme el debate por una coincidencia fruto del inconsciente que existe también para los psicoanalistas, no anoté otra cita el mismo día. El inconsciente a veces trabaja en nuestra contra.
El libro fundamentalmente está atravesado, en todos sus textos por el intento de abordar desde la política, desde la filosofía, desde el psicoanálisis el elemento que Alemán ha puesto en juego del descubrimiento freudiano y la manera que luego Lacan tuvo de hacer con Freud. Considero que eso es lo que atraviesa todo el libro. Es muy interesante, lo podéis leer desde muchas partes, como Rayuela. La edición es magnífica, Raymondi, Appelton y Canuto han trabajado muchísimo.
Lo primero que Freud pierde es la ilusión en una sociedad diferente y menos represora en la que desaparecieran los malestares neuróticos. No pierde la ilusión desde el principio, pero según avanza escuchando los padecimientos de sus pacientes llega a la conclusión de que no hay erradicación del síntoma. El síntoma es inerradicable, tanto en el sentido personal, que se constata en la cura analítica, como en sentido social. También desterró las ideas de felicidad y normalidad y se desprendió de la ilusión puesta en la razón y las luces y planteó en uno de sus últimos trabajos, Análisis terminable e interminable, el rechazo de lo femenino como el obstáculo mayor para un final del análisis y también, un obstáculo para un cambio de paradigma social y político. Esta es una de las preguntas que lanzo.
Lo imposible es entonces para Freud un elemento fundamental de la educación, de la política y del psicoanálisis. Eliminar lo imposible en el abordaje de cualquiera de estas actividades de los seres humanos se termina traduciendo en el ejercicio de un poder. No se puede olvidar que el ser que habla está enfermo de la palabra y no se cura de las grandes aflicciones que le provoca la naturaleza, la relación con los otros y el paso del tiempo, la vejez y la caducidad del cuerpo. Y Lacan, retomando a Freud, subraya que lo imposible por excelencia es encontrar un universal que nombre a la mujer. La pregunta que Freud nos legó: ¿qué quiere una mujer? Lacan la retoma y formula así: “el imposible por “antonomasia” es nombrar a la mujer”, ese ser enigmático y extranjero que hace presente la diferencia en el mundo. Este imposible de nombrar a la mujer no es un efecto pasajero, es un hecho que atraviesa la historia y que según las distintas épocas aparece con diferentes ropajes.
Creo que para cualquier alternativa política la cuestión de la mujer es un elemento insoslayable, si no se quiere eliminar ese imposible. Hay planteamientos dentro del feminismo que sostienen que cambiar el trato a la mujer es incompatible con el capitalismo que intenta eliminar el imposible y generar la ilusión de “todo es posible”; una forma de repudio a lo femenino. El rechazo de lo femenino y la pulsión de muerte son incurables.
Podríamos preguntarnos: ¿entonces qué hacemos aquí? Este incurable no supone que no pueda ser tratado de otra manera tanto en relación a lo íntimo como a lo social. Esta hostilidad que toma la forma de la homogenización, de borrar las diferencias que nos hacen únicos y que nos enfrenta a una soledad que no implica el repudio de lo común, como señala Alemán, es una hostilidad que hay que tener todo el tiempo presente y como tratarla. Podría llegar a decir que el neoliberalismo es la realización máxima de este rechazo de lo femenino. Un sistema único que cercena la posible invención frente a lo imposible de curar. Repudia lo imposible de curar y por tanto también repudia las invenciones que se podrían hacer en relación a esto.
Quiero hacer un planteamiento consecuencia de las últimas páginas del libro donde Alemán responde a la cuestión sobre lo femenino. En alguno de mis libros [1] he planteado que el futuro será femenino o no será, es una cuestión que resuena en muchos movimientos feministas. Esto es lo único que podrá traer posibilidades de políticas inéditas. Incluso diría y me preguntaría si el feminismo, no es el que más posibilidades tiene de subvertir el poder neoliberal más que el mismo populismo sobre el que versa gran parte del libro. Lacan llegó a proponer, casi como un chiste, al movimiento de liberación feminista francés que le leyera, que le vendría bien leerle. Aún no se ha tomado “realmente” en cuenta el tratamiento que Lacan hace del tema de la mujer. Creo que indagar en ello abrirá posibilidades y traerá, también, dificultades, pero no perderá su valor subversivo. El lugar que Lacan le da a la mujer es lo más subversivo de su trayectoria. Lacan separa la cuestión de la mujer de los géneros, se trata no de géneros sino de posiciones sexuadas que responden a una lógica, no se trata de porque mi género es mujer, ya tengo el aval de que nada de esto me afecta. Son posiciones que las puede ocupar hombres o mujeres, pero hay dos lógicas. Una lógica que se sostiene en la igualdad de los seres hablantes, pero no en el para todos, la lógica femenina es la que verdaderamente incluye la igualdad: no existe nadie para el que la lengua materna no haya tenido efectos sobre su vida y su ser. Esto es una igualdad que está conectada con que “no todo” en uno puede pasar por lo simbólico y por la palabra. Del otro lado, del lado hombre, la lógica responde de otra manera, se trata de una excepción que justifica la regla. Una excepción que sostiene un “para todos”. Es la famosa frase popular según la cual la excepción confirma la regla. En el lado macho de las “fórmulas de la sexuación” existe un x para el que esto no funcionaría, siempre mítico, el padre de la horda que gozaría de todas las mujeres sin límite. El “para todos” lleva implícito una segregación, porque el todos no nos incluye. Genera efectos segregativos y odio. Nada se puede expresar en su totalidad. Es un resumen muy apretado, que precisaría ser desplegado e interrogado.
Ahora voy a lanzar distintas cuestiones de lo que me parece que conviene estar advertidos cuando de los movimientos feministas y políticos se trata, voy a hablar primero de las malas noticias, como dice Alemán, de las que los movimientos feministas deben estar alertas y luego de las no tan malas.
Malas Noticias.
La primera es que prefiero hablar de violencia contra la mujer, sin confundirlo con una cuestión de género, y no de violencia machista, también hay personas de género femenino que pueden ejercer una gran violencia contra la mujer. Incluso hay madres que pueden ser muy estragantes con sus hijas, pueden ser madres verdaderamente violentas.
Segunda. Hay que diferenciar a la madre de la mujer. Esto que los feminismos del cuidado tienen muy en cuenta para no convertir el feminismo en una especie de maternaje. Esto es importante para lo social y para el psicoanálisis. En 1934 hubo una revista de mujeres de izquierdas muy importante en la República, y los hombres de derechas pensaron que sería interesante hacer un equivalente con mujeres de derechas, pero fue hecha bajo la formulación Madres y esposas. No creáis que no tuvo fuerza, la revista de las mujeres de izquierdas terminó por tenerse que cerrar y la de derechas fue un germen de apoyo al golpe de estado del 36.
Tercera. La diferencia que plantea el psicoanálisis entre la histeria y la mujer, porque la histeria para el psicoanálisis es una forma de rechazo de lo femenino. La histérica hace de hombre. Son bastantes los estudios, no solo el psicoanálisis, referidos al feminismo actual, que nos advierten del peligro de quedar engullidos por el dispositivo neoliberal y perder la potencia subversiva que está teniendo el movimiento feminista, si las mujeres creen que se trata de participar de la misma lógica masculina, ser como ellos, hacer de hombres, en la política, en el trabajo…
Cuarta. El problema que supone usar consignas y máximas que están relacionadas con “el para todos” tomando un sujeto de género femenino avalado por el solo hecho de su género. En esto se ha abierto la polémica con la tenista que increpó al árbitro del partido y dijo que el problema tenía que ver con el hecho de ser mujer, cuando no era así. Esto nos puede llevar a consecuencias nefastas como por ejemplo promover una nueva moralidad a la inversa. Considerar un “todas” y eliminar este “no toda” de la mujer y generar un universal queriendo definir lo imposible de definir e ir en contra de la imposibilidad de definir que debe permanecer abierta. Esto puede derivar en un ejercicio de poder frente a la impotencia de la propia práctica de los movimientos feministas cuando surgen dificultades. Una dejación de las responsabilidades de cada sujeto, lo que le viene muy bien al liberalismo porque no quiere sujetos responsables, quiere sujetos, en el mejor de los casos, “culpables” y en el peor, y es lo que se está fomentando cada vez más, cínicos o autistas en relación a su propio goce.
Quinta. En íntima conexión con la dificultad expresada anteriormente es creer que los sujetos de género femenino están libres de este rechazo a la mujer, bien hacia ellas mismas como mujeres o hacia las otras. De este rechazo participamos también las que tenemos género femenino.
Sexta. Considerar que ese rechazo es producto de la educación y del sistema patriarcal solamente y no una consecuencia del propio lenguaje en cuanto nos afecta al cuerpo y nos enfrenta a un incurable sintomático. Si consideramos al patriarcado la causa última del rechazo a lo femenino, podemos considerarlo erradicable y así contribuimos con el sostén del neoliberalismo eliminando el imposible y mantenemos un ideal educativo, adaptativo o sanitario que afirma que todo sería posible. No habría un invento que hacer cada vez frente a ese imposible, no tendríamos que encontrar nuestra manera de hacer. Volveríamos a una ilusión pre-freudiana, la ilusión que desterró Freud lo que salió por la puerta vuelve a entrar por la ventana. Cuando se escuchan ciertos planteamientos de los partidos se nota que no tienen en cuenta esta cuestión freudiana, incluso en la famosa Ley de violencia de género, su prefacio expresa cómo objetivo erradicar la violencia, como si eso fuera posible.
POSIBILIDADES
Para finalizar no quiero dejar de nombrar las interesantes posibilidades que están en juego en el movimiento feminista y me sirve de ejemplo lo que ha ocurrido con el movimiento de Brasil de las mujeres contra el fascismo, creo que ha sido un salto cualitativo que aún hay que ver hasta dónde llega. Este contra el fascismo, con ese “Él no”, no es un todo, es un no. Esto que ha surgido por fuera de partidos y sindicatos ha adquirido una potencia impresionante.
Lo primero que me parece interesante de este momento, es que han llamado a las cosas por su nombre: fascismo, porque como decía Freud, se empieza cediendo en las palabras y se termina cediendo en todo lo demás. Como expresión de ese fascismo están las declaraciones de un sujeto de género varón que denigra y segrega a mujeres, homosexuales, etc. Antes de surgir este movimiento fue asesinada en plena calle Marielle Franco por defender esta diferencia que el fascismo quiere erradicar. Sigo insistiendo que el neoliberalismo y el fascismo se llevan bien de la mano. Recordaba las palabras de Virginia Wolf en "Una habitación propia" cuando hablaba del poder violento que ejercían los hombres hacia las mujeres y se preguntaba cómo si esos hombres piensan que las mujeres son tan débiles y tan frágiles, necesitan ejercer ese poder tan potente y respondía que era su impotencia para enfrentar lo femenino, ese universo oscuro que puede aterrar a algunos hombres. Por eso en una sociedad marcada por imperativos como “se empresario de ti mismo” y “todo es posible”, si no sabes cómo hacer con las mujeres el problema es tuyo porque eres impotente, no sirves, eres incapaz, o tienes una patología que te lo impide. Esto se traduce en el ejercicio de una violencia porque los hombres cada vez están más en una situación de impotencia vital, no solo sexual que hace que se desencadene esa violencia contra la mujer.
El neoliberalismo además es un generador de paranoias y desconfianzas frente al otro, por eso los movimientos feministas no deberían caer en la trampa de fomentar sin quererlo una guerra de sexos, que como toda guerra responde a una lógica macho. La rivalidad entre mujeres es otra de las posibles guerras, en este caso más soterrada y oculta. La sororidad, la hermandad entre mujeres, de la que tanto se habla, está bien porque se trata de un reconocimiento de ser iguales en la diferencia, cada una como una más. Me parece que usar el significante mujeres para ir en contra del fascismo era algo que necesitaba el movimiento feminista. Para sobrepasar la cuestión del machismo que puede reducirnos a un enfrentamiento con los hombres, cómplice con el establishment. Creo que es un salto verdaderamente cualitativo. No tomemos sus palabras, no juguemos su juego. En uno de los videos de una de las brasileñas que hablaba de su adhesión a este movimiento, decía o luchamos hoy o lloraremos mañana. El fascismo se sostiene profundamente en el rechazo de lo femenino como expresión primera de la diferencia de los seres hablantes, por eso cualquier totalitarismo que segregue es incompatible con la lógica femenina del “no todo” formalizada por Lacan. Solo afrontando ese imposible de decir se abrirá una posibilidad de salida de un sistema neoliberal culmen del capitalismo.
Transcripción de Julia Gutiérrez a la que agradezco enormemente su sugerencia y su magnífico trabajo, además de su presencia en esta presentación, y que me ha permitido corregir el texto para hacerlo circular.
[1] De Francisco Vila, Mercedes. Un nuevo amor. Edit. Grama Buenos Aires 2012.
En femenino singular. Edit. Grama Buenos Aires 2016.