¿Qué diagnóstico para el psicoanálisis? (¿Qué futuro para el psicoanálisis?)



Lo primero que me sugiere esta pregunta es otra cuestión, ¿qué futuro para el psicoanálisis?. No se trata de realizar premoniciones ni en un sentido ni en otro. Más bien, se trata de calibrar la situación del psicoanálisis hoy teniendo en cuenta el mundo en el que vivimos y qué porvenir podemos vislumbrar. En este sentido, no creo que podamos pensar en un diagnóstico y en un porvenir separado de otros diagnósticos y otros porvenires.

Hay dos niveles de reflexión sobre este tema: el primero tiene en cuenta la tendencia “globalizadora” que no dejará fuera a ningún país, tarde o temprano; y otro, que atiende más a la forma particular que adquiere esta tendencia en cada lugar. Incluso hay un tercer nivel: tratar de incluir a ambas en nuestra valoración.

Es por ello, que con motivo de la última conversación de la ELP sostenida en Madrid con la presencia de la Delegada General de la AMP, Graciela Brodsky, surgieron las particularidades que en España ha tenido la presencia del psicoanálisis y la clara hegemonía de las técnicas cognitivascomportamentales en los planes universitarios y en las funciones directivas en los estamentos oficiales. Esta elección por parte de los estamentos oficiales venía determinada por la historia de censura a la que se vio sometida la “verdad freudiana” (en la dictadura franquista) y por la clara influencia de la idea de ciencia y experimentación que nos ha llegado de los EEUU, y que hicieron suya las distintas tendencias políticas sin que las diferencias ideológicas (derecha, izquierda) supusieran en este sentido una clara separación.

Es ahora, cuando surgen entre los militantes nuevas voces defendiendo ciertos valores alternativos al “pensamiento único”. Algunos de ellos los hemos encontrado en el documento en contra de la ley de educación que se quiso implantar por el anterior gobierno. Esta ley (que el gobierno de Rodriguez Zapatero ha frenado inmediatamente) convertía la educación en un proyecto mercantilista, confundiendo la educación con el comercio, al alumno con el cliente. Se presentaba así la educación más como un valor de mercado que como un derecho esencial del ciudadano. En este caso particular el cambio político ha supuesto un cambio con respecto al abordaje de la educación, pues es quizás en este campo donde se pueden encontrar las diferencias más explícitas entre unos partidos políticos y otros. Esto no ocurre cuando se trata del campo de lo psíquico, donde es necesario incluir en la concepción del sujeto su división, su paradójica relación con lo vivo, etc., y que obliga a cuestionar el ideal de una conciencia autocontrolable, del ideal donde el bien y lo humano son copartícipes y el mal está asociado sin más a lo inhumano; ahí las posiciones políticas tienden a homogeneizarse.

Es indudable una tendencia global que arrastra a distintas posiciones políticas más allá de sus divergencias aparentes. Reducir el sujeto al consumidor, querer incluir en la evaluación y en el cálculo lo más singular y particular del sujeto, repudiar la imposibilidad de esta tarea, tiene consecuencias funestas. Es así como, una y otra vez, los políticos se topan con el fracaso de sus intervenciones protocolarias promovidas por los profesionales que, como una “patente de corso”, declaran sostener una teoría y una técnica científicas. Vemos así como la única salida que las administraciones encuentran para paliar este estallido general de los lazos entre los ciudadanos lleva a “judicializar” la vida cotidiana y presupuestar miles de planes preventivos que no sirven para nada. En España sufrimos todos los días de un ejemplo quizás paradigmático, la “violencia doméstica” o también llamada “violencia de género”. Cada vez son más el número de mujeres que mueren a manos de sus partenaires.

Las técnicas cognitivos comportamentales, son la demostración clara del anudamiento del capital, la ciencia y la técnica. La independencia, virtud siempre encontrada en el científico que aún sostiene el honor de su tarea, se ha convertido cada vez más en esta época pseudocientífica en una virtud absolutamente imposible de mantener. No es casual que cada vez más “los investigadores” en los distintos países hagan sentir su malestar, en el caso de España con un papel social que los iguala casi al salario mínimo interprofesional. En Francia, incluso han salido a la calle para mostrar su situación de precariedad y la paradójica cuestión que en todos estos países la única forma que tienen de seguir su trabajo es ser contratados por EEUU en primer lugar y después por el Reino Unido. Desde luego, captados por determinadas firmas, empresas que harán de su trabajo un trabajo secuestrado siempre esclavo del interés político de sus objetivos.

Podemos decir que las técnicas cognitivos-comportamentales sintonizan demasiado bien con el poder del capital. ¿Qué supondría que los políticos tuvieran en cuenta, al menos en España, la concepción psicoanalítica? ¿qué implicaría esto en las instituciones públicas de salud?. Dejaré para más adelante un intento de respuesta.

Podemos preguntarnos por qué les interesa a los Estados y sobre todo a EEUU las técnicas cognitivos-comportamentales cuando, más allá de la promoción de sus éxitos y la manera pervertida que sus valedores pretenden vender sus éxitos, estamos seguros que los gestores de la administración comprueban una y otra vez, por los datos que manejan a nivel de la demanda pública, su “futilidad”. Terapias que no tienen consecuencias. Si consideramos que su objetivo es aliviar a los sujetos de su “sufrimiento psíquico”, es evidente la futilidad de estos tratamientos, pero no son nada ineficaces en otros aspectos fundamentales para la vida de un sujeto.

A riesgo de parecer radical, estos tipos de tratamientos participan y sintonizan con el recorte de las libertades en sociedades democráticas. Recortes de libertades que sin ser una ruptura con los derechos constitucionales encuentran estos cauces mucho menos evidentes, mucho más “sibilinos”, y que promueven la alienación de lo más particular de la insignia de un sujeto (S1,a), de su letra, de su cifra inconsciente, con el significante amo que sirve al sostén de este sistema. Así se convierte a cada uno en un consumidor y en un objeto de mercancía, en un objeto de experimentación, en un objeto contabilizable para la estadística que servirá como factor de la política. Es evidente que esto no se salda con una ciudadanía “sana”, esta forma de tratamientos tanto en los casos considerados enfermos, como en los aspectos preventivos que se sostienen en las intervenciones educativas y sociales, son generadores de una disolución de los lazos, de catástrofes a nivel de la llamada “salud mental”. No se puede dejar de lado que los objetivos que sostienen este tipo de técnicas a parte de responder a un intento de reeducación comportamental quieren intervenir sobre el malestar que genera la propia sociedad de la técnica y a la vez en su intervención “enferman más”, pues no supone ninguna alternativa a esta sociedad, sino que toma el relevo de ella en su concepción de la salud, en su intento de “cura”.

Ya son muchos los pacientes que han llegado a mi consulta, después de años de atención por parte de psicólogos cognitivos-comportamentales. Fobias, angustias, tratadas con registros, donde el sujeto al ser preguntado por su síntoma no tiene nada que decir no sabe nada. El sujeto mismo se ha convertido en el evaluado y el evaluador y de esa manera ha quedado apresado, desposeído de su esencia más humana la palabra, el sentido y el sin-sentido, su particular marca. El único fin que les ha guiado es adaptarse al medio, “ser normales como los demás”, etc. Desde luego tenemos la gran ventaja de que tarde o temprano el síntoma, como efecto de lo real, no dejará de insistir. Una y otra vez, vendrá al encuentro, por lo menos en algunos casos.

En otros, la perspectiva no es tan halagüeña, nos encontraremos los efectos en los años venideros de lo que supondrá que los hijos sean para los padres objetos de experimentación y ellos directores científicos (leer Amor y Pedagogía de Unamuno), que los alumnos sean tratados como los elementos de una inversión futura y los maestros terminen siendo también experimentadores que trabajan con las “ratas del laboratorio”. Desde luego de todos estas formas está cercenado el deseo y el amor, lazo necesario para el ser que habla. Se trata de reducir al ser parlante y sexuado a su “ser bio”. Todos padres, profesores, terapeutas, instrumentos de un gran Otro y su oscura autoridad. Una película de Steven Spielberg “Minority Report”, lleva al paroxismo esto que avanza, donde la prevención del sistema en cuanto al delito, al poder policial ha llegado tan lejos que a los sujetos no se les permite la posibilidad de elección sobre su acto. ¿Que seres conformaran el mundo cuando la mayoría hallan crecido como objetos de estudio y de experimentación? Encontraremos patologías del acto, seres cada vez más alejados del vínculo con su semejante. ¿Qué podrá aportar el psicoanálisis en esos casos?, quizás su explicación y las orientaciones para una atención institucionalizada. No se trata aquí de sujetos “joycianos”, sino de sujetos adaptados a su carácter de consumidores, de drogas, de coches, de motos, de tiempo, de dinero, una subjetividad secuestrada por esto, sin ningún elemento moral y ético que los frene, sin ninguna culpa, vergüenza, etc.

Es cierto que mientras estas técnicas y esta “psicología” avanza, en el mundo se alzan otros discursos, otras voces de sociólogos, políticos, filósofos, periodistas, cineastas, escritores, que saben del poder y el valor de la palabra, que sostienen su quehacer en el reconocimiento de la división subjetiva, que no retroceden frente a su goce particular y a su exilio de la relación sexual. Son con ellos con los cuales en los distintos países los psicoanalistas podemos hablar y aunar nuestras fuerzas.

Creo que el psicoanálisis tiene que “salir a la calle”, como en su momento Jacques-Alain Miller decía salir a la plaza.

No hace mucho tuve que trabajar sobre lo que la psiquiatría americana considera “Trastorno de déficit de la atención e hiperactividad de la conducta”, y he “despertado bruscamente”. Para los españoles no es nuevo el peso político tanto en universidades, escuelas, instituciones de salud pública de las terapias cognitivos comportamentales, y en estas condiciones hemos hecho existir el psicoanálisis desde hace más de venticuatro años. Logramos que el psicoanálisis ocupando un lugar que no competía con ninguno de esos poderes creciera de forma sorprendente, sobre todo el psicoanálisis lacaniano enmarcado en el campo freudiano.

Ahora ni siquiera se trata de competir por un lugar de poder, sino de entender en lo que se va a convertir el mundo, la forma que tomará el malestar si se impone este tipo de terapias pseudocientíficas, si sigue proliferando los manuales de autoayuda que mezclando los elementos de dichas terapias con algún concepto tergiversados del psicoanálisis “freudiano” son punta de lanza de este “poder”. No se trata de una terapia más que se oferta entre otras, se trata de un poder que tiene un objetivo, oscuro, opaco, cuyo agente no es nadie en particular (podemos pasar de Aznar a Zapatero) y al que no se le podrá enfrentar sino tomamos esta dimensión del problema. Convendría no olvidar que cierto tipo de estudios y experimentos surgieron de la Unión Soviética.

Jacques Lacan nos dio los medios para saber de que se trata, aunque en los años de su enseñanza no se atisbara que una de las formas de realización de la técnica más perniciosa se daría en el campo de lo psíquico. El discurso capitalista en su circularidad se anuda ferreamente a estas terapias cognitivos comportamentales, de ello solo puede salir la nueva forma del avance de Tánatos. Eficacia, evaluación, estadística, todos significantes del capital y de estas técnicas.

¿Con qué fuerza cuenta el psicoanálisis? Una de ellas es la transferencia, el deseo, su potencia lectora de lo que ocurre, su demostración de la “no existencia de la relación sexual” y la respuesta sintomática del sujeto. Ser la disciplina actual que sostiene su práctica en lo más humano que tenemos: ser sexuados, mortales y hablantes. Esta es nuestra arma, y creo que es el momento de salir a decirlo, a las plazas, los cines, los bares, etc, donde están los jóvenes. Se trata de la lucha por mantener un mundo cuyos seres poseen la dignidad del acto y la elección que conlleva, frente a otro mundo donde veremos realizarse los relatos de ciencia ficción de sujetos programados por un gran Otro-Sistema y donde será la fórmula policial la que regulará el conjunto.

Tenemos todas las de ganar esta batalla y si la perdemos se tratará de otro mundo. No estamos solos muchos también están alertados, vayamos a su encuentro.


Mercedes de Francisco
13 Mayo 2004

Participación en el debate electrónico de la Scuola Lacaniana di Psicoanalisi (Italia)


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