El porvenir del psicoanálisis



En un momento como el que estamos viviendo no es fácil hablar del porvenir. Los cimientos, lo supuestamente adquirido, lo que creíamos ya nuestro, existente e incluso invariable, se ha puesto patas arriba. No podemos prever los más privilegiados nuestras vacaciones de dentro de dos semanas, algunos no pueden prever si comerán mañana.

Siempre me interesaron unas palabras que Agustín García Calvo dirigió a los congregados en la puerta del Sol durante el 15 M sobre el futuro. Se encuentra en video si queréis escucharlo. Allí advertía a los jóvenes y a los no tan jóvenes, que no se dejaran engañar por la cuestión del futuro.

Aunque el tiempo inatrapable tenga estas tres escansiones, pasado, presente y futuro, siempre se tratará en el sentido lacaniano de lo que estoy llegando a ser, no de una llegada de una vez por todas. Los que me conocéis y me habéis escuchado o leído, sabéis de mi insistencia en considerar que la existencia del psicoanálisis, su porvenir, su futuro no está asegurado. Pero esto no afecta exclusivamente a nuestra práctica. Hoy más claramente que nunca nos enfrentamos a considerar que ni siquiera la vida en este planeta está asegurada.


Por tanto, ninguna estructura social, ninguna forma de cultura, ninguna actividad humana e incluso ningún derecho o logro considerado fundamental para la vida tiene una existencia asegurada.

Lo que si podemos considerar son las condiciones necesarias para que cierta existencia se dé. Por ejemplo, para seguir considerando la existencia del ser humano, tres condiciones son necesarias, que hable, que sea sexuado y que tenga conciencia de la muerte. Si estas condiciones no se dieran, podríamos decir que el ser humano como tal ha dejado de existir. El psicoanálisis como experiencia del inconsciente y del síntoma no existiría sin este ser parlante, sexuado y mortal.

Desde hace bastantes años he trabajado con otros colegas en lo que considerábamos las características de la época, tanto políticas como sociales que podían ser un obstáculo para la existencia del psicoanálisis. Lacan en un momento dado, sobre los años 70 nos habla del discurso capitalista, una “mutación, una torsión” del discurso del amo, que contravenía en sí mismo las características de los discursos que él mismo construyó. No servía para el lazo y eliminaba lo imposible. Estos dos puntos son fundamentales para pensar la época, donde este discurso tiene un equivalente en política “el neoliberalismo ultra”, que afecta directamente a los cimientos de nuestros fundamentos.

Hablamos de la experiencia psicoanalítica y del lazo analítico cuyo sostén es la transferencia y cuyo núcleo es la imposibilidad de definir al psicoanalista, equivalente a la imposibilidad de definir la mujer.

A partir de aquí, no podemos decir que el psicoanálisis es el reverso del discurso capitalista, pues el discurso capitalista no tiene reverso. Quizás podamos considerar al psicoanálisis como la subversión de ese discurso, como el discurso que en la actualidad tiene mayor posibilidad de objetarlo.

Si erradicamos el lazo entre los seres hablantes y lo imposible, se impondrá un autismo generalizado que nos llevará a la locura en la que cada vez más avanzamos. ¿Hace un año o dos quien nos diría que escucharíamos al presidente de la primera potencia del mundo diciendo que los científicos tendrían que probar con desinfectantes como la lejía para inyectarlo contra el covid y que siga de presidente?. ¿Podemos extrañarnos de que se reúnan en fiestas covid, para demostrar que no existe el virus, o para infectarse más rápido, o para certificar una versión paranoica?

Con el neoliberalismo a ultranza que lleva al cenit este carácter del discurso capitalista, se nos hace patente que es un discurso incompatible con la existencia humana. No une el amor como suplencia de lo imposible, sino une la certeza, una certeza dañina y mortífera. No es muy interesante hacer psicología de los personajes políticos, pero sus bufonadas que unifican a las masas, tienen la característica de presentarse como repudio a la castración, sobre todo con respecto a la muerte. Pareciera que se creen inmortales.

Pero en este panorama, siempre hemos subrayado, lo que escapa a este discurso, lo imposible, lo sinthomático, el amor. Y Las causas de la infelicidad humana en palabras de Freud, el lazo con los otros, las catástrofes naturales, el deterioro de los cuerpos, siguen ahí provocando nuestra angustia.

Es por eso, que en este momento más que nunca nuestra existencia está en juego, junto con la existencia de lo humano. Con esta pandemia, las garras del neoliberalismo en su funcionamiento mortífero se extreman. En una época de inflación de las experiencias y de lo nuevo, no se puede pensar nada nuevo que cambie la senda por la que caminamos. Parece imposible encontrar otro modelo, otra forma de habitar el mundo y organizar lo político y por tanto lo económico. Este intento de hacernos creer que la economía es una superestructura a la cual se tiene que supeditar la política como si se tratara de leyes escritas en piedra e indestructibles es un engaño casi para niños. Camuflar protocolos sanitarios que responden a políticas neoliberales de beneficios empresariales como objetivamente científicos y que nos lo creamos fácilmente es una muestra de lo profundo que viene calando esta tendencia destructiva e imparable.

En El porvenir de una ilusión Freud criticaba de sí mismo su confianza desmedida en la razón, en la Ilustración, en la ciencia, en las luces. Con Lacan estas cuestiones se desplazaron: lo que estoy llegando a ser, es un movimiento que nunca se cierra en un objetivo y que nos deja abierto el camino a seguir inventando. En esta época marcada por la incertidumbre, la angustia se puede intentar zanjar con posiciones dogmáticas que no la “curaran”, pero tiene un aspecto productivo como antesala a un acto que puede suponer un antes y un después, una salida de la repetición mortificante.

El amor y su padecer, la muerte, metaforizada en sus distintas versiones de la pérdida y el malentendido que preside nuestras vidas son las vías de existencia en las que ahora más que nunca el psicoanálisis debe dar la batalla. Acogiendo lo que este sistema deja como desecho, después de su loca y frenética producción y su avaricia sin límite. Para los neoliberales convencidos la cuestión se les plantea así: o esta locura o el caos; en ambos casos destrucción. Es un pensamiento único que está muy bien representado por un refrán español: “es preferible lo malo conocido que lo bueno por conocer”.

Y para que el psicoanálisis exista, tienen que existir psicoanalistas que son el producto de un análisis, por ello esta enseñanza que nosotros venimos realizando desde la Sección Clínica de Madrid-Nucep, desde hace muchos años, está anudada a la experiencia analítica e implica una decisión y una apuesta que no tiene como fin lograr un estatus profesional o seguir una carrera institucional. Es una apuesta que va unida éticamente a la causa más singular, a las marcas de cada uno frente a lo traumático de este encuentro inédito entre los seres vivos, entre la palabra y nuestros cuerpos.




Mercedes de Francisco

15 de julio de 2020

Intervención en el Debate Online "La vigencia del psicoanálisis, 20 años después" organizado por la Sección Clínica de Madrid (Nucep)